Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio, la extraña sensibilidad de la aventura

Un director norteamericano, un productor neozelandés y tres guionistas británicos adaptando el cómic belga más famoso de todos los tiempos con actores también británicos; un cómic que además contiene una gran cantidad de tics paternocolonialistas en su visión del «tercer mundo». No era tarea fácil pero la solución si era sencilla: ir a lo esencial, a la aventura pura y dura y quitarnos de en medio el escollo de herir susceptibilidades. Además hay un público americano al que no puedes liar mucho con cuestiones históricas ni casi geográficas, no es plan de espantar de las salas a los espectadores comepalomitas.

Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio asume su espíritu aventurero desfasado, incluso anacrónico diría yo, desde el minuto uno. Hacen bien los autores en no meterse en zarandajas demasiado explicativas. Aquí lo que interesa es la aventura, el tirar para adelante y explicar las cosas mientras los personajes corren, saltan y disparan. Primer punto para el trío Moffat, Wright y Cornish: un guión de hierro mezclando de forma soberbia tres libros (El secreto del Unicornio, El tesoro de Rackham el Rojo y El cangrejo de las pinzas de oro) sin que se noten las costuras y con una progresión de acontecimientos envidiable. Se nota el origen de los guionistas (Dr. Who, Spaced, Shaun of the dead) en el gusto por la aventura blanca, juvenil, sin más artificio que el pasarlo bien y, aun así, ciertos toques de humor negro.

Al libreto le añade Spielberg su habitual buen hacer. Tengo que reconocer que quizás la primera parte de la película sea un poco morosa y tarde un poco en arrancar pero en el momento en el que los protagonistas llegan al Sahara, el espectáculo que nos ofrece el bueno de Steven es superlativo. En su segunda parte, Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio es la película de piratas que Piratas del Caribe nunca ha conseguido ser en ninguno de sus cuatro filmes y la persecución en sidecar por las calles de Marruecos pasará a los anales de las grandes persecuciones del cine. Spielberg da todo lo mejor de si mismo y parece excusarse de lo que pasó con el último Indy.

Uno de los principales handicaps de Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio parecía que iba a ser el tema del motion capture y el temido valle inquietante del que Zemeckis no había conseguido librarse en sus anteriores incursiones (Beowulf, Cuento de Navidad, Polar Express). Afortunadamente, parece que con el suficiente talento y presupuesto pueden ir resolviéndose estos escollos. De este modo, la elección tecnológica elegida por Spielberg supone poco distanciamiento para el espectador y permite al director lucirse con majestuosos movimientos de cámara, sacando un gran partido al aspecto tridimensional de la aventura.

Si tuviese que poner algún pero a Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio sería al mismo personaje de Tintín. Al final, su personaje es el que menos peso tiene en la trama o al menos el que menos carisma posee. Aquí quienes se llevan el gato al agua son Haddock y Sakharin, e incluso Milú tiene mejores momentos. Y te queda la duda de si es por el buen hacer de Andy Serkis y Daniel Craig o porque Andy Bell es un singracia. Que el personaje principal sea el más soso hace que toda esa primera parte de la película donde está practicamente solo se resienta un poco en cuanto a interés. Pero es un mal menor.

Al principio mencionaba la variedad de nacionalidades y talentos implicados en la producción y esto es algo que se nota en la película. Dos meses separan el estreno europeo con el norteamericano y no sé si será porque no confían en que su público sepa admirar lo que se le está ofreciendo.

Esto no es Transformers, ni Piratas del Caribe, ni Crespúsculo, ni Los Tres Mosqueteros, ni Fast&Furious; la sensibilidad de Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio es otra, digamos que es más europea que americana, y si nos atenemos a su edad más juvenil que infantil. Esperemos que el mismo público que supo apreciar Harry Potter sepa degustar este Tintín, pero ya hablaremos de eso en un par de meses.

tintin

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