Dirigida por Neil Jordan, y el peso imborrable de obras maestras como Entrevista con el vampiro o Juego de lágrimas, La viuda (Greta) se aleja lo suficiente del thriller convencional como para reconocerle cierta delicadeza artística deliberada, que sin duda dota de criterio y credibilidad a un guión bastante volátil sobre el tópico del acoso.
Chloë Grace Moretz interpreta a Frances, una joven camarera de Nueva York inmersa en el duelo por la pérdida de su madre. En uno de sus trayectos diarios en metro, encuentra una bolsa de aspecto lujoso y, por ciudadanía y curiosidad, decide devolverla personalmente a la propietaria. Ella es Greta (interpretada por la magnífica Isabelle Huppert) enviudada e igualmente, como Chloë, emocionalmente enlutada, quien tras mostrarse cálida y ávida de cariño, no tarda en desenfundar sus puñales, dulcemente afilados, con una templanza atractiva y diabólica que ocupa un lugar muy especial en la prolífica historia de mujeres malvadas en la ficción. El sigilo de su violencia es tan importante en la película que el personaje de Frances es el que verdaderamente llevará propiamente a cabo la acción dramática y emocionalmente visible. En este sentido, ambas actrices combaten en una dicotomía, fundamentalmente no verbal, intrigante y excitante.
Sin embargo, la película no disfruta de un desarrollo tan enrizado y emocionante como el que les hubiera gustado ver a los amantes del cine de Neil Jordan. Es una cinta principalmente bien manufacturada, pero finalmente resultante en un conjunto de interacciones entre personajes estandarizados que desvían el suspense del propio género del thriller.
En definitiva, La viuda anhela, con algo de pretensión, el thriller cocinado a fuego lento, sin afán de clausura y construido desde los comportamientos de los personajes, sin llegar a satisfacer las expectativas de anteriores metrajes de Jordan que han logrado este objetivo con una brillante factura.