Siempre se ha dicho que los maestros y maestras deben ser un pilar importante en la educación y más en la de los niños. María Drazdechova no debió ir a clase el día que dieron esa lección o poco le importa. Esta mujer, viuda de un conocido militar, ha sido trasladada, en la Checoslovaquia de los años ochenta a un colegio de un suburbio de Bratislava para que se convierta en la profesora titular de unos alumnos muy normales, nada especiales. No fomenta la formación de clubs de poetas muertos o de emperadores ni despierta mentes peligrosas, eso se lo deja a sus colegas cinematográficos. Ella prefiere y está más interesada en conocer el nombre, apellidos y trabajo o profesión de los padres de sus alumnos ¡luego sabremos para que usa toda esa información!
Una reunión de padres y madres o familiares directos, como un abuelo, será el punto de partida para que conozcamos los tejemanejes de esta mujer tan especial. Al parecer se aprovecha de su posición y del poder que tiene para vivir mucho mejor y con mayores comodidades. Usa a los niños y a sus progenitores para realizar encargos, tareas y arreglos varios en su casa. Si alguno se niega a realizarlos ella les castiga con unas malas notas y una total indiferencia en el aula. Parece que lo que menos le importa es el futuro de esos chicos y chicas que sueñan con ser estrellas de la lucha libre o de la gimnasia, prefiere que se hundan y sean humillados si no acceden a sus demandas. Tras su sonrisa y sus buenos modales se esconde una auténtica víbora, un lobo con piel de cordero que reúne alrededor suyo a un rebaño de ovejitas que balan al son de su voz. Todos aquellos que no siguen sus normas, todos aquellos que no pertenecen a esa gran familia y que no consideran justos sus métodos son despreciados y alejados del rebaño.
La profesora de Jan Hrebejk es un fiel reflejo de los años convulsos en la república, antes de que se manifestara parte de la población contra el partido comunista y cambiaran las cosas con la revolución de los noventa. En esa reunión en el colegio hay muchos miedos, pocos respetos y menos educación, con dos bandos muy claramente diferenciados. Por una parte nos encontramos en La profesora con todos aquellos que no aceptan esos tratos de favor y esas desigualdades para con su hijos que incluso llegarán a propiciar un intento de suicidio y por otra la inmensa mayoría que apoyan el comunismo mal entendido de Drazdechova o que prefieren mirar hacía otro lado, aceptando la injusticia. Pronto aquella mujer que al principio no nos caía tan mal se va a convertir en un mal bicho que merece ser castigada aunque sea por un nefasto padre que maltrata a su hijo. El mundo al revés, comunistas ricachones con buenos trabajos y obreros y curritos que se enfrentan a ellos, ese es el panorama que nos encontramos, esa era la Checoslovaquia ochentera que nos ofrece Hrebejk, una dura realidad, un sin sentido que trata de endulzar la actriz Zuzana Mauréry que ganó con todo merecimiento un premio en el Festival de Karlovy Vary, en la República Checa en el 2016.
Pese a que el principio del film se marca un solo de ritmo frenético y caótico en ocasiones con flashbacks a gogo y un montaje algo confuso para mi gusto La profesora funciona a partir de mitad de metraje provocando en nosotros una indignación mayúscula cuando somos testigos de la corruptela que es demostrada con hechos y pruebas. Nos ponemos al lado de esos inocentes niños que actúan y se comportan como lo que son y que son tratados, en muchas ocasiones, como un instrumento para hacer daño y manejar los hilos de unas más que probables marionetas humanas aprovechándose del cariño y amor que estos padres profesan hacía sus hijos. Preocupados por ellos esperan que tengan un futuro mejor que el suyo y puedan ser hombres y mujeres de provecho con estudios. Es por eso que no dudan en pelear a cara de perro contra esa mujer tiránica que echa por tierra todos sus sueños o que los acosa para que hagan lo que ella pide. David contra Goliat no solo en tamaño y poder sino también en número. A veces los milagros existen, esperemos que se queden a pasar una temporadita en ese colegio. El drama está servido, el final no ha sido escrito aún.
Todos queremos ser esa niña que levanta la mano para contestar una pregunta que se le niega, todos nos ponemos al lado de ese crío que tiene un talento especial artístico y que es marginado por muchos de sus compañeros o el que es golpeado delante de todos por una docente que jamás debería llegar a esos extremos y que parece tener manga ancha para hacer lo que quiera entre esas cuatro paredes que ya no están mudas sino que largan más de la cuenta. Si existe justicia divina o de la que sea eso tiene que acabar con un montón de firmas pero y ¿si no la hay? Entonces viviremos un continuará o la vida sigue igual como la copa de un pino.