Hay personas en el mundo que no pueden tener una vida normal, su trabajo no les permite echar el ancla en un lugar ni establecer vínculos duraderos y permanentes con otros hombres o mujeres. Esto es lo que le ocurre a la protagonista de La odisea de Alice. Esto es lo que Lucie Borleteau nos cuenta en su película.
Rodeada de hombres Ariane Labed es responsable de la sala de máquinas en un buque de carga que hace una ruta de larga duración. Ha tenido que abandonar a sus parientes más cercanos, amistades y novio para poder conservar y ascender en su trabajo. El Fidelio, clara alusión a la ópera alemana, es el navío en el que se encuentra y su nuevo hogar temporal, sus compañeros son su familia ahora y su pareja ha sido sustituida por un antiguo ex que comienza a sentir lo mismo o más que ella.
La odisea de Alice navega por oscuras aguas, reales e imaginarias, tentando como sirenas de mar, al cambio en su persona. Al comienzo de la aventura está convencida de que es dueña de un amor sincero, duradero y fiable que tiene como pruebas las llamadas telefónicas o los mensajes y regalos entre los dos amantes pero más tarde comenzará a darse cuenta de que esto no es así, justo en el momento en que cae en sus manos y empieza a leer el diario de un marinero que ha muerto por un extraño accidente en ese mismo barco. El carguero impondrá sus leyes y hará que tenga que buscar cariño, amor y sexo en brazos de otro hombre consiguiendo enfermar una relación que parecía antes gozar de buena salud. La soledad es un mal que ella no quiere sufrir.
La odisea de Alice pinta un collage con todo tipo de prácticas náuticas y experiencias en el interior de un carguero. No pueden faltar las fiestas de cumpleaños con desfase incluido entre compañeros en puerto, las rutinas tras el paso del Ecuador, las charlas nocturnas a lo Gran Hermano en los camarotes con edredoning incluido, las pruebas y amenazas de un navío que ya tiene demasiadas horas de mar y que pide a gritos que lo jubilen o las ceremonias y rezos para que el viaje transcurra sin incidentes y accidentes por parte de los trabajadores más supersticiosos. Un conjunto de elementos y de escenas familiares que se convierten en su vida cotidiana a bordo del Fidelio.
Dadas las circunstancias Alice tendrá que tomar una decisión que será definitiva. Dejar un trabajo que le gusta pero que le aparta del mundo aislándola de aquello que también le hace feliz o seguir con esa vida itinerante donde cada día descubre algo nuevo en lugares desconocidos para ella. La decisión es solo de ella aunque algunos pretendan meter baza y columpiarse del plato de la balanza que a ellos les interesa. La respuesta no está en el descubierto diario del fallecido, la respuesta se encuentra en el final del film. No seré yo quien desvele el mismo, el secreto dejaría de serlo en ese momento.
La directora en La odisea de Alice por fin ha satisfecho su mayor deseo que era poder transmitir todas aquellas historias que de pequeña oyó sobre los marineros y marineras en la ciudad portuaria de Nantes donde ella nació. Historias y experiencias que abordaban lo difícil que es mantener y conciliar la vida familiar y de pareja con ese trabajo.