Tras ganar el Oscar a mejor directora por En tierra hostil en el año 2009 estaba claro que Kathryn Bigelow se enfrentaba a dos hechos: se había convertido en una directora de Clase A, es decir, de esos realizadores que pueden elegir sus proyectos libremente y zafarse de los compromisos industriales. Pero esto conllevaba que todos los ojos estuvieran puestos en su siguiente trabajo. Antes de En tierra hostil Bigelow ya era una directora soberbia pero era de esos secretos a voces que sólo parecían conocer unos cuantos. Ahora no. Ahora con La noche más oscura todos los ojos estaban puestos en ella.
Buscar similitudes entre En tierra hostil y La noche más oscura es el primer paso evidente y sobre todo si tenemos en cuenta que el equipo creativo es el mismo y que el contexto bélico en cierto modo ayuda. El factor en común es el punto de vista empleado al acercarse al belicismo. Es un hecho que el 11S cambió la ficción tal y como lo conocíamos, como lo hizo en su momento la guerra fría: ahora el enfrentamiento es a un fantasma sin jefe o, como en el caso que nos ocupa, al mismo jefe en sí. Series como 24 y Homeland ya nos han mostrado esta lucha al indeterminado terrorismo yihadista. Si en En tierra hostil se obviaba al enemigo aquí tampoco tenemos clara las motivaciones de los mismos. Pero en La noche más oscura se lleva esta indefinición a unos límites que han llegado a incordiar a las más altas esferas de la política estadounidense.
Huyendo del cine fácil, Bigelow nos cuenta que se persigue a Bin Laden por unos atentados que cometió en Nueva York, Londres y Madrid y que los de la CIA y el ejército harán todo lo posible por encontrarlo. Y no hay juicio ni mirada moral. Ese todo lo posible va desde torturas a asesinatos de mujeres y niños. Y Bigelow nos lo pone ahí de frente: ¿es esto correcto si lo que se pretende es cazar al enemigo público número 1? Ningún personaje se cuestiona en ningún momento la moralidad o conveniencia de sus actos. Eso nos lo deja a nosotros, los espectadores.
La noche más oscura es una crónica donde un personaje fantasma persigue a un malo fantasma y se va cruzando con otros fantasmas como ella que vagan entre despachos y desiertos sin saber muy bien hacia donde tirar. Como pasaba en cierta película, estos fantasmas no saben que están muertos y que su vagar se debe a que sólo tienen un propósito en la vida: matar a Bin Laden.
Y como hacía en En tierra hostil, Bigelow nos regala una escena final donde la máquina de investigar superlativamente interpretada por Jessica Chastain se vuelve humana. En cierto modo quiero ver un cierto paralelismo entra la directora y su protagonista: La noche más oscura es el fruto de una obsesión por hacer una película fría y distante, lejos de patriotismos y banderas. La obsesión de ser fiel a una forma de narrar aséptica y, en el fondo, mucho más comprometida que la que reivindica a voces soflamas políticas de baratillo.
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