No se puede empezar con tan buen pie en esto del cine como lo ha hecho Mariano Nante; ya que con La calle de los pianistas, demuestra que existe una manera preciosista y detallada de narrar un documental, sin necesidad de cámaras al hombro y con un muy buen gusto por el diseño de producción.
En este primer trabajo, podemos ver la historia de una calle de Bruselas que alberga el mayor número de pianistas por metro cuadrado del mundo, dónde a un lado y otro de la calle conviven figuras pianísticas de fama mundial, pero también otras que están por venir –o no– como Natacha Blinder.
Muy pocos minutos tienen que pasar hasta que logremos darnos cuenta de que lo que realmente estamos viendo es una historia de amor a la música y del amor/respeto que se puede procesarse madre e hija. Y es que esa relación, dónde madre e hija buscan comprenderse mutuamente, es el eje central, que será aderezado con pequeñas idas y venidas de otros personajes que poco nos importarán al acabar este documental.
La calle de los pianistas está compuesta de tal manera, que poco podemos reprocharle, ya que por momentos nos obliga a plantearnos si es ficción o realidad lo que vemos, si hay planos ‘trucados’ a favor de la belleza narrativa o si lo que vemos es una película muy bien actuada.
Un documental de esos que deben verse alguna vez, para comprender mejor la presión a la que pueden llegar a auto someterse los artistas.