Si algo que hay que aplaudirle a Daniel Radcliffe, juro que lo he escrito bien y sin tener que mirarlo, es su desesperada búsqueda de personalidad para salir bajo el yugo opresor de Harry Potter, una quimera que lo ha llevado a desempeñar mil y un papeles, que lo alejen del mago gafotas que le dio la fama. Y, prácticamente sin dudarlo, con Horns lo ha conseguido a la perfección. Su dibujo de un chico atormentado y excesivo, en cuanto a los placeres de la vida, lo alejan bastante del cliché de niño bueno y atribulado al que nos tenía acostumbrado.
Pese a que uno pueda pensar otra cosa al ver los trailers, con Horns estamos ante una película que tontea con lo que esperábamos de ella, una comedia romántica con toques de humor negro, para convertirse en una investigación con aires de venganza que se desvanece en cuanto sus intenciones hacia el final de la misma.
Puede ser que Alexandre Aja se haya visto sobrepasado por adaptar esta novela, y bien es cierto que tiene unos momentos muy dignos que dejan ver una buena dirección técnica, como con la escena que se abre la película, pero se diluye cuando tiene que mantener tantos frentes abiertos y con tantos personajes.
Pero como casi siempre digo, esto no significa que sea una película del todo mala, ya que su buena elección musical, David Bowie está demasiado presente en el cine últimamente, y ese aire a película loca de los 80 y mediados de los 90, se me viene a la mente El diablo metió la mano con Devon Sawa, la salvan de la quema continua, para transformarla en un cine agradable y sin otra pretensión que no sea la de entretener.
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