Hermosa juventud, la generación mejor preparada

Cuando pasen los años y miremos atrás nos daremos cuenta que nuestro cine (el español) prestó muy poca atención a la realidad que nos rodea. Esto viene siendo así al menos desde el cine más institucionalizado, es decir, el que se estrena de forma regular (y entiéndase esto de regular en todas las acepciones del término). Por poner un ejemplo, en el pasado Festival de Málaga, solo Los fenómenos se centraba en un aspecto concreto, la construcción, con resultados maniqueamente discutibles. Sí es cierto que otras películas como 10.000 km., Carmina y Amén, Dioses y perros o La vida inesperada apuntaban algunas ideas sueltas sobre la crisis, pero de forma superficial y que nunca formaban parte de su discurso. Hermosa juventud de Jaime Rosales viene a suplir esa carencia que a muchos dejará insatisfechos por su falta conclusiones y culpas.

La intención de Rosales con Hermosa juventud es acercarse a esa generación de veintipocos años que ve como no se para de decir que son la generación mejor preparada de la historia de España. Esta altisonante (y completamente falsa) aseveración no se corresponde con la verdad que les rodea: sin trabajo, sin ambición, con muy pocas luces y el rumbo perdido, Natalia y Carlos pasarán por la vida sin dejar más rastro que una hija no deseada y un cutre vídeo porno.

Hermosa juventud

Rosales solo posa la mirada sobre los personajes sin emitir más juicio crítico que el de atender a los detalles de su existencia. La atención a los pequeños momentos de la vida de estos dos jóvenes es lo que interesa al director: no hay grandes dramas; aquí lo que importa es ver cómo son y qué hacen Natalia y Carlos, excelentemente interpretados por Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez; estudiar su forma de ser, de comunicarse entre ellos y con el mundo que les rodea, prestando atención tanto al uso de las tecnologías (skype y whatsapp) como a las más tradicionales (el botellón, el curriculum fotocopiado…).

En el aspecto estrictamente cinematográfico, sobresale el uso del tiempo del que hace gala Rosales. Hermosa juventud desarrolla su acción sobre más de dos años mediante el uso de unas estupendas elipsis que nos hacen ser testigos de cómo pasa el tiempo pero todo sigue igual. En cierto modo, la película de Rosales se emparenta con Boyhood en este uso del tiempo detenido y la atención a los momentos intrascendentes, pero que son los que realmente marcan una vida.

Hermosa juventud

Y como decía al inicio, es de agradecer que Jaime Rosales entregue una película veraz y lejos de fáciles maniqueísmos de pobres buenos y ricos malos; que esta generación tan estupendamente preparada por supuesto que sufre las inclemencias de los desatinos de sus mayores, pero, la verdad, es que las actitudes de esta hermosa juventud tampoco ofrecen demasiadas esperanzas.

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