¿Sabéis ese amigo vuestro que tiene puesta una pegatina en su webcam?
Pues ha hecho una peli.
H0us3, el debut tras las cámaras de Manolo Munguía, es un thriller tecnológico con toques de ciencia ficción a medio camino entre Coherence, Black Mirror y The Room. Sólo las dos primeras referencias están directamente confirmadas por sus responsables.
El film nos cuenta la historia de un grupo de viejos amigos de la universidad que se reúnen para cenar, ponerse al día y presentarse a sus parejas después de unos cuantos años sin verse. Durante la cena, el anfitrión afirma haber descifrado la contraseña de los Insurance Files de Julian Assange. Poco más se puede decir sin destripar por completo la experiencia.
¿Alguna vez habéis tenido que compartir mesa con algún cuñado informático que se ha pasado la velada dándoos la chapa sobre cómo tenéis que cambiar la contraseña del router para que no os roben el Wi-Fi? Imaginad por un momento una cena en la que TODOS en esa mesa fueran cuñados informáticos. Eso sí que es elevated horror y no las mierdas esas que hace Ari Aster. ¿Midsommar? Midsommar no le llega ni a la roña del zapato a H0us3.
El mayor problema de la cinta es que no consigue que empaticemos con sus protagonistas. Para empezar, casi nadie tiene reparo alguno en cenar en casa de alguien que a efectos prácticos se identifica como un terrorista cibernético. No sólo no le recriminan que cotillee las conversaciones de WhatsApp de sus vecinos, sino que apenas arquean la ceja cuando dice que ha descubierto que uno de ellos es pederasta y aun así no piensa alertar a las autoridades. En lugar de salir corriendo, se refieren a él como «un crack».
Los dos primeros actos consisten en un mansplaining sobre qué es la deep web, cómo adivinar las contraseñas de tus amigos, los supuestos peligros de las inteligencias artificiales y la revolución que se avecina con los ordenadores cuánticos y las tablets transparentes. El reparto —bastante competente en realidad— es desaprovechado constantemente, siendo obligado a recitar un guión tan trepidante como una página de Wikipedia.
Y es que, en lugar de establecer dinámicas interesantes entre sus intérpretes, H0us3 prefiere detenerse a explicar —a veces hasta con botellas— conceptos informáticos al espectador. Además lo hace a través del recurso manido de meter a un personaje que no tenga ni idea de lo que habla el resto. Mala leche, eso sí, es que dicho personaje tenga que ser el único de nacionalidad andaluza (y cuyos únicos conocimientos sobre realidad aumentada se basan en haber jugado a Pokémon GO).
Hay que reconocer que por lo menos evita transitar por caminos mucho más previsibles o convertirse en una especie de Perfectos Desconocidos 2.0. No, la cosa por suerte no deriva en el culebrón barato que podría haber sido en otras manos, aunque sí se habría agradecido algo menos de frialdad y más chicha o conflicto. Existen pequeños atisbos de ello, sobre todo en el tratamiento de los personajes femeninos, quienes demuestran muy poca sororidad entre ellos. Mucho hablar del Test de Turing, pero poco del Test de Bechdel. Con todo, no es nada que moleste demasiado y hasta se podría decir que entra como agua después de tanta sobredosis de jerga nerdy.
La parte positiva es que todos sus defectos se atenúan llegados a un tercer acto divertidísimo y cargado de giros que casi compensa lo visto en los dos anteriores. H0us3 funciona mucho mejor cuando decide poner toda la carne en el asador y divertirse con su propia propuesta. La última media hora deriva por fin en una obra de ciencia-ficción barata, pero con unos efectos especiales resultones y muy buena factura técnica. Su traca final además nos brinda un desenlace que quizá no será el que todos esperamos en una producción de estas características. ¿Anticlimático? Puede ser. ¿Gracioso? Muchísimo. ¿Con promesa de secuela? Por descontado.
H0us3 no es una película notable, ni mucho menos. Pero tampoco es el desastre que auguraba su feísimo póster promocional. Uno desearía que el guión se hubiera planteado de otra manera, o que aprovechasen mejor a su convincente reparto. Y aun así no deja un mal sabor de boca. Es divertida, entrañable a su manera, nunca llega a aburrir y Manolo Munguía no es un Joan Frank Charansonnet de la vida. Así que todo bien.
Eso sí, la próxima vez en lugar de una peli mejor que hagan directamente un escape room.