Cinco películas muy diferentes pudimos ver ayer en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, desde el más puro cine de autor a propuestas más comerciales.
Comenzamos el día con Gebo et l’ombre de Manoel de Oliveira. Tengo que reconocer que mi relación con el cine de Oliveira es de una desconexión absoluta. Y que conste que lo he intentado. Siempre me acerco con la mano tendida hacia el cineasta portugués y él siempre me da lo mismo que no son más que sueño y bostezos.
Gebo et l’ombre se basa en la obra teatral portuguesa de Raul Brandao. Gebo es un cumplido contable que vive con su mujer y su nuera, en eterna espera de su hijo, desaparecido desde hace años. Gebo sin embargo no ha dicho en casa cosas que sabe sobre su hijo, filósofo y criminal, y cuando este reaparece en el hogar el conflicto entre visiones vitales y políticas se enciende.
Como siempre en Oliveira entiendo lo que me quiere contar, veo sus intenciones y me queda claro lo que quiere conseguir: planos largos con personajes recitando diálogos con mucho contenido moral, ético y filosófico. Gebo et l’ombre es una muestra más del cine de Manoel de Oliveira que lógicamente a los 103 años no se va a reinventar para complacerme a mi. Por supuesto sus fans andan encantados por los pasillos del Festival.
En cambio lo de Recoletos arriba y abajo no tiene perdón. Aquí ya no es cuestión de gustos ni criterios personales. Directamente es cine malo sin concesión alguna.
Un edificio en el Paseo de Recoletos en Madrid. Arriba, Jaime con un buen cargo en el marketing deportivo, una mujer y dos hijos, estampa familiar que se completa con una joven amante en el piso de abajo. Una vida que no carece de adrenalina, pero que se verá desestabilizada con la llegada de un nuevo y sospechoso portero a la finca.
Me resulta difícil hablar de esta película y no resultar cruel con sus actores e intérpretes. El director, Pablo Llorca, lleva haciendo el mismo tipo de cine desde hace quince años y parece no haber aprendido nada. O lo mismo yo estoy equivocado y Recoletos arriba y abajo está así de mal escrita, rodada, montada e interpretada a posta y todo forma parte de un ejercicio de estilo que yo no he sabido ver. En ese caso le hubiese faltado un guiño irónico que nos dijese que esto era así. Pero me da a mi que no es el caso.
Y seguimos con más cine arriesgado con la proyección de Holy Motors de Leos Carax en la que es su quinta película más de 30 años.
Oscar es transportado en una limusina blanca a diferente localizaciones de París donde tendrá que a cabo misteriosos encargos.
Poco más se puede decir de Holy Motors sin arruinar la sorpresa. De hecho poco más se puede decir sin contar directamente la película. Holy Motors es ante todo una cinta sin prejuicios, divertida y emocionante. Carax parece no tomarse demasiado en serio a si mismo y despliega un torrente de imaginación surrealista en los nueve diferentes trabajos que el espléndido Denis Lavant realiza. Como si de un David Lynch con sentido del humor se tratase Carax va picoteando por géneros y tonos con desigual fortuna debido a la naturaleza episódica de la película. En unas semanas, coincidiendo con su estreno, hablaremos más largo y tendido sobre ella.
Dentro de la Selección EFA se proyectó la cinta serbo-croata Parade que nos muestra en tono de comedia una historia que ya hemos visto demasiadas veces.
Una pareja gay se propone organizar un desfile del Orgullo Gay en Belgrado, ciudad que no ve con buenos ojos la festividad. A sabiendas de lo peligroso de su tarea, la pareja decide contratar a Lemon, excombatiente con aires mafiosos francamente homófobo. Pero cuando todos los compinches de Lemon le den la espalda tendrá que recurrir a sus viejos colegas de Bosnia, Kosovo y Croacia.
Parade es la clásica película que gana premios del público allá donde vaya y no sería de extrañar que de aquí saliese con similar galardón. Esto es una comedia y por la tanto va de risas en el choque de caracteres entre el matón mafioso y los gays amanerados. El problema es que todos los chistes y situaciones cómicas que se plantean ya las hemos visto mil veces. El humor es facilón y burdo y el devenir de los personajes es francamente previsible.
Por último, con la presencia de una de las directoras en la sala, pudimos ver The shine of day, producción austriaca en la que destacan sobre todo sus actores.
Phillip es un joven actor en un momento brillante de su carrera. Siempre sobre las tablas, se convierte cada noche en un personaje diferente. Un día, antes de una representación de Woyzeck, se encuentra con su tío Walter (Walter Saabel, premiado en Locarno por este papel), viejo domador de osos errante. El desprecio del padre de Phillip siem- pre les ha separado, pero pronto descubren que tienen mucho en común: el arte de la representación.
Los directores Tizza Covi y Rainer Frimmel provienen del mundo del documental y saben dotar a su película de una gran naturalidad nada impostada. Basando todo el trabajo en los dos excelentes actores The shine of day peca de no tener un objetivo claro una vez expuestos sus primeros minutos. Esta falta de rumbo y conflicto se sostiene a duras penas haciendo que sus 100 minutos se hagan más largos de lo deseable. Interesante al menos.
2 comments
Después de leer lo que decís de Recoletos, me quedo más tranquilo. Pensé que sólo yo, y el resto de la sala que se reía durante la proyección, estaba equivocado.