Un joven con una apariencia algo débil y torpe llama a la puerta de la casa de una familia burguesa para pedir unos huevos, horas después se encuentran amordazados y torturados en el sofá de su salón. Hoy vengo a hablar de Funny Games.
Contextualicemos, Funny games es una película del año 1997 del director austriaco Michael Haneke catalogada en el género de suspense psicológico y cine de culto. La película comienza con algo tan simple como que el vecino pase por el porche para pedir huevos, pero la cosa se complica cuando de repente Ana, la dueña de la casa empieza a sospechar del misterioso personaje al ver de repente su teléfono caer de forma “accidental” al fregadero lleno de agua. Minutos después aparece en la casa otro extraño joven que insiste en probar un palo de golf que termina golpeado la pierna del marido de Ana dejándolo inmóvil. A partir de este punto, el filme adquiere una oscuridad y unos niveles de suspense y tensión asfixiantes.
El fantástico trabajo de dirección de arte de esta película consigue una atmósfera que crea terror por la cotidianidad que desprende, al fin y al cabo, la mayoría tenemos un salón en tonos marrones, ese salón podría ser el de cualquiera y eso es lo que da verdadero miedo. Además el trabajo de interpretación de los actores es sublime, consiguen desgarrar y romper al espectador en cada plano.
Michael Haneke, director y guionista del filme, jugando con planos fijos larguísimos, que llegan a durar 7 minutos y la exagerada ruptura de la cuarta pared, con miradas a cámara y preguntas directas al espectador por parte de uno de los psicópatas, crea un clima agobiante y al mismo tiempo absurdo que te hace experimentar el hecho de encontrarte de pie en ese salón mirando la escena pero sin poder hacer nada para remediarlo.
Haneke se permite el lujo con esta película de experimentar y romper con lo convencional en la industria cinematográfica, creando un discurso a mi modo de ver con un tono crítico sobre el morbo que provoca en las audiencias visionar escenas violentas, humillantes e injustas y no reaccionar, simplemente mirar y como mucho compadecer de forma hipócrita a los afectados desde el sofá de su casa. Incluso haciéndonos en parte responsables de lo que sucede con preguntas directas a la cámara como “¿Público, creéis qué…..?”.
Funny games es algo más que una película sádica y violenta con ciertos toques de “director de cine snob demasiado experimental”. Funny games juega con nuestras mentes, nos hace responsables indirectamente de una injusticia con un final demasiado desgarrador y agotador que te hace pausar la película incluso antes de llegar a los créditos, con esa mueca final tan siniestra del psicópata que pone fin a una de las películas más angustiosas del siglo XX.