Tras ser exhibida en el pasado Festival de Locarno, sede del cine más exigente del panorama, se presentó en el Festival de Valladolid la producción germano-eslovaca Freiheit, dejando claro en su título (Libertad) cuál será el tema al que tendremos que enfrentarnos.
Jan Speckenbach narra en su segunda película la historia, en dos tiempos, de Nora, una aparentemente feliz abogada, madre y esposa que lo deja todo en una huida hacia ninguna parte. En Freiheit veremos las consecuencias de su huida, su viaje y cómo su ausencia repercute en su familia, su marido y sus dos hijos. Speckenbach va saltando en el tiempo de forma aleatoria con el único fin de provocar confusión en el espectador, algo muy sano si se hace de forma menos tramposa.
Freiheit pretende ser un fresco social que nos habla del racismo, la xenofobia, la violencia, la maternidad, la mentira, el sexo y unos cuantos temas trascendentes más. Todo ello con la habitual sequedad del cine germano (o austriaco, y aquí podemos nombrar sin miedo a equivocarnos a Haneke como principal estandarte) y las suficientes dosis de morbo representadas por una familia que Nora conoce en sus viajes: una performer sexual, sus dos hijos y su novio que viven en completa armonía. Speckenbach se encarga de que seamos capaces de entender los paralelismos entre esta “peculiar” familia frente a la “normalidad” de la familia de Nora.
Sin embargo, todos estos temas “importantes” son tratados por el director y guionista de una forma burda y facilona, quedando clara su postura y su escasa empatía hacia sus personajes a los que juzga inmisericordemente. Por no hablar de las escapadas experimentales (la narración se interrumpe varias veces con proyecciones de los rostros de los protagonistas en las habitaciones de su apartamento) que convierten a Freiheit en un batiburrillo de tramas inconclusas y esquizofrenia narrativa que no acaba llegando a ningún lado de tanto apretar.