El humor desatado llegó al Festival de Sevilla de la mano del francés Bruno Dumont con La alta sociedad (Ma Loute) una delirante comedia que no tiene pudor en darlo todo a la hora de poner en pantalla el sentido del ridículo.
Ma Loute vive con su familia en la región de Calais donde ayuda a ricos turistas a cruzar un riachuelo. Ante la desaparición de varios de los turistas, la policía envía al duo formado por el inspector Machin y su ayudante Malfoy. El misterio de las desapariciones provocará mil y un enredos que llegará a limites insospechados donde se darán la mano los tebeos de Tintín y los personajes de Jacques Tati.
Contar con actrices de la talla de Juliette Binoche y Valeria Bruni-Tedeschi para ponerlas a hacer el ganso tiene realmente mucho mérito. Y que no se me entienda esto como algo peyorativo; La alta sociedad (Ma Loute) abraza el esperpento más desquiciado en un salto sin red del que Dumont se despeña sin miedo. Aquí no es cuestión de caer de pie o romperse la crisma sino de sobrepasar cualquier limite de vergüenza ajena como si de un ejercicio de estilo se tratase.
El humor que Bruno Dumont despliega en La alta sociedad (Ma Loute) es ciertamente limítrofe y no es de extrañar que a más de uno le irrite más que le divierta. Es lo que tiene tirar a matar a la burguesía más rancia, alinearse con los más pobres y sus extravagantes gustos culinarios, y, de paso, homenajear con menos vergüenza aun a Federico Fellini. No es plato para todos los gustos.
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