Este subtítulo proviene de una de las mejores frases que pueden oírse en Dos mujeres y una vaca, la ópera prima de Efraín Bahamón, el realizador colombiano que consiguió en 2011 una ayuda del Festival de Málaga para llevar a cabo esta película, la cual se presenta en 2016 cerrando así el círculo con maestría.
Dos mujeres y una vaca es una road movie que da voz a las verdaderas víctimas de los enfrentamientos bélicos de Colombia, a aquellos que viven en una ignorancia impuesta por un sistema que no se acuerda de ellos. Sin entrar en detalles de lo que ocurre en ese país, ya que sería un suicido por mi parte, puede apreciarse la cara menos comercial de este lugar.
Estamos ante un relato preciosista y pausado, que demuestra la importancia que tiene saber leer – tanto de una manera intelectual como emocional – animando al espectador a perdonar, asumiendo todos los secretos que tenemos, para así establecer un diálogo para la paz.
Especial mención al sonido de la película, ya que nos rodea una y otra vez durante todo el metraje, logrando una banda sonora perfecta a una huída (o llegada) campestre, siendo toda una lección para aquellos temerosos de los rodajes en exterior.
Ha sido una manera muy fuerte de empezar la sección Territorio Latinoamericano, en todos los sentidos, ya que pese a lo interesante que es su propuesta, puede ser demasiado abrumadora y densa para las personas que carezcan de sentimientos.