Seguramente el gran punto fuerte de un festival de las características y dimensiones como el de Sitges es la posibilidad de trazar programaciones al margen de la sección oficial donde se puedan generar líneas temáticas donde los límites del género fantástico y de terror se amplían. En una sección ya muy veterana como es la de Noves Visions se recogen obras donde la experimentación y sobre todo las nuevas miradas frente al género están a la orden del día. Este año destaca especialmente en esta sección Leonor Will Never Die, una película filipina con ecos de directores autóctonos como Lav Diaz y de la conjugación de elementos de realismo mágicos propios de cineastas como Apichatpong Weerasethakul.
La directora Martika Ramirez construye una película que actúa a la vez de reivindicación del folklore y cultura filipinas como de ejercicio metacinematográfico plagado de situaciones surrealistas y humorísticas. La obra gira en torno a la vida de Leonor, una veterana directora de cine filipino cuya carrera parece haber llegado a su fin. Su vida diaria transcurre anodinamente conviviendo junto a un hijo preocupado por los pequeños deslices de memoria propios de su edad. Sin embargo, Leonor intenta evadirse por medio de la reescritura de un guion del pasado que se había quedado estancado y solo acumulaba polvo. En un momento de transición mágica, Leonor consigue ser partícipe en primera persona de la narración de su película. A partir de aquí la película lidiará entre dos narraciones, una que sigue a los familiares de Leonor buscándola desesperadamente, y otra que seguirá los pasos de la propia Leonor viviendo en primera persona como avanza su obra.
El resultado final del film de Martika es una bonita y cuidada mirada sobre el oficio de hacer cine. Además pone en relieve una cultura y cinematografía normalmente marginadas y que no suele cumplir los estándares convencionales. Leonor Will Never Die es una película muy accesible, muy amable con el espectador y sobre todo muy divertida. Además su magistral resolución hace imposible evitar sacar a relucir una sonrisa.