Ana Lily Amirpour es ya una de las directoras más queridas por los miembros que conforman el equipo del festival de Sitges. Desde la sorpresa y el furor que causo en el festival con Una chica vuelve a casa sola de noche, la directora iraní ha contado con el apoyo del festival. En 2016 la directora regresó para presentar la desafortunada The Bad Batch y este año ha tenido la ocasión de inaugurar el certamen con su nueva película, Mona Lisa and the Blood Moon .
La película de Amirpour sigue los pasos de Mona Lisa Lee, una joven que escapa de una institución mental valiéndose de poderes de hipnosis. La muchacha intenta sobrevivir en una Nueva Orleans que es una jungla de personajes variopintos a la vez que es perseguida por los cuerpos de seguridad. Mona Lisa contará con la ayuda de una stripper que abusará de sus poderes para su propio beneficio. Poco a poco irá aprendiendo como es el mundo que lo rodea, sobre todo a través de la mirada inocente del hijo de su nueva compañera stripper, la primera persona que la verá como un ser humano y no como un instrumento o monstruo.
Mona Lisa and the Blood Moon recuerda mucho al tono de los buddy films y a las películas de Jim Jarmusch en que personajes excéntricos se ven arrastrados a andar sin un destino fijo y fluir por caminos desconocidos. En este sentido son muchos los paralelismos que se pueden realizar del film con un cineasta coetáneo como es Sean Baker, especialmente con su película Tangerine, donde los personajes también están perdidos en un entorno asfixiante. Sin llegar a ser un film excelente, es una muestra clarísima del talento detrás de una cineasta como Ana Lily Amirpour, que apunta a ser (sino lo es ya) una de las cineastas más relevantes del panorama de terror y fantástico contemporáneo. Además de confirmar que el futuro de este panorama está en mujeres creativas con un gran talento y nuevas miradas que aportar.