Más allá de los dos minutos infinitos es ya la gran sorpresa del festival de Sitges. Una de esas películas que desbordan creatividad e imaginación y que pese a constar con un bajo presupuesto, pero están ejecutadas a las mil maravillas. Es muy difícil evitar comparar la película con el fenómeno que ya causó en su momento One Cut of the Dead en el festival. Ambas películas son japonesas, están producidas con muy pocos medios y el plano secuencia es el principal protagonista. Además, el impacto que está causando Más allá de los dos minutos infinitos en el público es igual o mayor al que en su momento causo One Cut of the Dead.
La película nos sitúa en una cafetería que acaba de cerrar y cuyo dueño se retira a su casa situada en la planta superior. Cuando este llega a su habitación se dispone a tocar la guitarra cuando observa que en la pantalla del ordenador se está reproduciendo un vídeo en el que sale el propio protagonista. Este le advierte que es su yo del futuro, concretamente de dos minutos en adelante, y le informa de dónde se encuentra la púa que estaba buscando. Tras encontrarla, su yo del futuro le informa que debe bajar a la cafetería, en la que se encuentra otra pantalla, para informar a su yo del pasado de todo lo que le ha dicho. Así comienza una película que bajo una premisa aparentemente simple desarrolla una de las paradojas temporales más entretenidas y bien construidas vistas sobre la gran pantalla. Además la película está teñida de un tono de humor que engancha al espectador desde el primer minuto. Si a eso le sumas que está grabada en un plano secuencia de 70 minutos increíblemente resuelto tienes sin duda los mejores ingredientes para una película de ciencia ficción.
Lo mejor de Más allá de los dos minutos infinitos es que se nota el compromiso y el entusiasmo de un equipo creativo que ha sabido creer en su proyecto desde el primer día. Es en estas películas, amateurs y de presupuestos de risa, donde reside realmente la magia del cine. Magia surgida del alma de personas sumamente talentosas con muchas ganas de contar historias.