Uno de los grandes invitados de esta edición es el maestro de la animación japonesa Mamoru Hosoda. Buena parte de sus películas se han podido disfrutar en el festival, Mirai, mi hermana pequeña o El niño y la bestia causaron admiración tanto a la crítica como al público. Con Belle, Hosoda hace una reinterpretación del cuento de la bella y la bestia combinándolo con la realidad virtual y las crisis de identidad.
Belle sigue a Suzu, una estudiante de instituto cuya vida se vio totalmente truncada con la muerte prematura de su madre cuando ella era tan solo una niña. Desde entonces, su relación con su padre es arisca y pese a contar con leves apoyos en el instituto, se siente totalmente fuera de lugar y sin encajar en ningún sitio. Su vida da un giro de 180 grados el día que, presionada por su mejor amiga, decide registrarse en una aplicación de realidad virtual en el que a través de sus avatares los usuarios pueden empezar una segunda vida. Suzu encuentra en este mundo un lugar en el que se siente cómoda para rescatar una de las aficiones que compartía con su madre: cantar. Su aparición en el mundo virtual causa una avalancha de admiradores y empujan a su avatar Belle a la fama. En el mundo real Suzu tendrá que lidiar con su anonimato mientras observa las reacciones que causa Belle en las personas que le rodean. Mientras, en el mundo virtual, Belle se empieza a obsesionar en descubrir quien se esconde detrás de una bestia perseguida por las autoridades del universo ficticio.
Belle es probablemente la película más apabullante de Hosoda a nivel visual. El mundo virtual donde sucede buena parte de la película es un espectáculo de luz, colores y de personajes y espacios imposibles. Sin embargo, a nivel narrativo la película acaba encauzando muchas tramas y temáticas diferentes que, sumadas a un tono emotivo en ocasiones demasiado excesivo, terminan haciéndola un tanto farragosa.