Festival de San Sebastián 2021 (Sección Oficial): «Camila saldrá esta noche» y «Arthur Rambo»


Ayer, antes de la proyección de Bad Luck Banging or Loony Porn, una pareja se metió a la sala de cine de Tabakalera con su hijo, de unos seis o siete años. No se dieron por aludidos (o al menos yo no les vi salir)  cuando el presentador comentó que la película empezaba con unos cuantos minutos de porno duro, ni tampoco les vi ahuyentarse cuando, efectivamente, el metraje comenzaba con unas escenas dignas de la portada de Xvideos. Paradójicamente, gran parte de la película de Radu Jude lanzaba preguntas sobre el posible trauma que deja la pornografía vista a temprana edad. ¿Estaban los padres jugando a un experimento metacinematográfico o sociológico? ¿Simplemente eran muy liberales? ¿O quizá, ya que habían pagado tres entradas, les daba rabia echarlas a perder por un quítame aquí esta felación?  Tras la proyección de Camila saldrá esta noche, que, como hablaremos, cuenta la historia de la liberación sexual de una adolescente en Argentina, dos chavales comentaban al salir: “Vaya puta guarra la Camila, que se va con tíos y con tías”, lo que viene a demostrar que el cine, por mucha labor didáctica que haga, no va a quitar la estupidez a aquellos que la llevan por bandera. Si eres imbécil, vas a seguir siéndolo por mucho que Camila te esté gritando a la cara “Amigo, date cuenta”. 

Planteada la situación de este San Sebastián que huele a final de pandemia o a inicio de distopía (veremos), comencemos. Bienvenidos al día 2 del ZInemaldi, el festival en el que estamos aprendiendo los trucos para coger las entradas a las siete de la mañana sin dormirnos en la primera película.

Camila saldrá esta noche (Inés María Barrionuevo) ⭐️⭐️⭐️

El 30 de diciembre de 2020, Argentina legalizaba el aborto tras una lucha feminista que ya iba a por sus cuatro décadas de vida, desde el fin de la dictadura en los años 80. Camila saldrá esta noche se enclava en un momento vital del movimiento feminista en Argentina (y en el mundo) en el que, por mucho que algunos quieran callar las marchas, las protestas o incluso gestos tan inofensivos como un lazo verde, la revolución es imparable.

Cierto es que la película no tiene tiempo (ni deseo) de pararse en matices y al final cae en la obviedad de mostrar un mundo en blanco y negro y sin grises, pero el mensaje es potente y más necesario de lo que creemos en un país tan lejano como Argentina. Pero Camila saldrá esta noche no solo es una obra profundamente activista y concienciada con los avances sociales (esos que aquí estamos perdiendo a paladas después de haber luchado tanto para conseguirlos): también es la historia de una adolescente que se abre a la vida y a la sexualidad. Parece baladí y visto mil veces antes, pero sin esta búsqueda incansable de ella misma, la película no tendría un punto de explosión en el que todo vuela por los aires.

Es cierto que ya hemos visto películas como esta en cada festival y que lo que cuenta no solo no es nuevo, sino que en España nos puede saber a antiguo, pero teniendo en cuenta su lugar de origen es una obra muy valiente que, ante todo, es un retrato generacional marcado por personas que no están dispuestas a dejar que todo siga tal cual estaba: son más abiertas de mente (y sexualidad), más conscientes de los problemas de la sociedad y más libres de lo que jamás lo fueron sus madres o sus abuelas. 

Camila saldrá esta noche es emocionante, sensual (y sexual), reivindicativa y muy recomendable, pero adolece de dos defectos principales: el primero es el de predicar en el desierto, para que los que ya estamos convencidos asintamos convencidos y los que no se quejen de lo de siempre: “la agenda”. El segundo es el de no dar la suficiente personalidad a los secundarios: Camila está bien formada, tiene sus luces y sus sombras, sus aciertos y equivocaciones, sus movimientos arriesgados, es un personaje tridimensional rodeado de personas que solo tienen una razón de ser en la película: la madre abnegada, el novio tolerante, la novia reprimida, el villano con ansias de venganza. Todos ellos cumplen pero se echa de menos que hagan algo más que ser, simplemente, la respuesta a Camila. No, no es imprescindible, pero sí muy recomendable. Aunque solo sea por escuchar una película diciéndote “No estás loco, no hagas caso a esa gente: tenemos la razón”. 


Arthur Rambo (Laurent Cantet) ⭐️⭐️½ 

Estoy bastante seguro de que Arthur Rambo nació en una servilleta de bar durante una noche de brainstorming en la que alguien tuvo una idea fabulosa: un autor de ensayos literarios en pleno auge tiene una cuenta B en Twitter en la que suelta barbaridades… hasta que le pillan. Alguien compró la idea y al escribir el guion se dieron cuenta de que la cosa no daba para más. Bien, vale, le han pillado, ahora tiene que limpiar su nombre, ¿no? ¿O enfrentarse a las consecuencias de sus hechos? ¿O marear la perdiz hasta que al final no pase nada realmente? Parece como si el guionista hubiera decidido quedarse ahí y no ahondar más.

El problema de esta película es que confía demasiado en su potencial (que es enorme), sin darse cuenta de que además de tenerlo hay que desarrollarlo. La tensión, en lugar de elevarse, se estanca, el personaje no toma ninguna decisión y el final es anticlimático, una salida fácil y cobarde que rubrica una cinta que podría haber durado 40 minutos más o 40 menos. Tanto da: funciona continuamente en loop.

Arthur Rambo

Los primeros veinte minutos sí que prometen, con los tuits apareciendo en pantalla, el autor invitado a una fiesta en la que se descubre el pastel, los primeros mosqueos, las conversaciones con la editorial… Todo parece indicar que va a subir más y más hasta que finalmente explote en televisión, o en redes sociales, pero ni siquiera se queda en mal episodio de Black mirror, sino en una especie de versión sin cafeína, edulcorantes y light de la serie de Charlie Brooker.

Arthur Rambo es la visión que tiene de las redes sociales alguien que tiene mucho miedo, sin motivo, de las redes sociales, pero que nunca ha entrado en ninguna para no comprobar si el miedo es real. Cosas más bestias hemos visto en Twitter y han pasado al olvido: ¿Realmente nos sorprenderíamos si, pongamos, Juan Gómez Jurado tuviera un canal en el que soltara improperios y groserías continuos? Para mí, la verdad, sería un día más en Twitter. En una semana, olvidado. Y en esto sí se parece la película a esa supuesta cuenta B de Juan Gómez Jurado: en una hora, olvidada.

CONTINUARÁ

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