Seguimos con representación española no tan buena, películas sobre autistas y una aparición de Mick Jagger para la que nadie estaba preparado. ¡Bienvenidos al Zinemaldi!
GALA RTVE: Adiós (Paco Cabezas) *
Decía antes que el cine español está en plena forma en 2019, pero era antes de haber visto la nueva obra de Paco Cabezas después de su periplo estadounidense como director de series televisivas. De América se ha traído una factura innegablemente televisiva, un montaje despreocupado y unos tópicos del tamaño de un tren de cercanías, que no quieren evolucionar y resultan francamente sangrantes hoy por hoy.
Las tres mujeres que aparecen en la película tienen a sus hijos –o su incapacidad para procrear- como rasgo principal de su personalidad, con frases como “No sabéis lo que puede llegar a hacer una madre”, “Yo… Yo no puedo tener hijos…” y similares encabezando el festival de ranciedad. Los malos son sevillanos mafiosos de las 3000 viviendas. Los duelos, a pistoletazo limpio (faltaría más). Para colmo, el montaje zarrapastroso e imposible de seguir hace que en varios momentos no sepamos quiénes están en pantalla, a qué clan pertenecen o cuál es su objetivo mientras corren pistola en mano. Tiene narices que en una película tan simple (muchacho enfadado busca venganza contra los asesinos de su hija) haya una afición tan grande a liar la madeja de manera imposible.
Paco Cabezas dirige mal y con poca clase un guión que necesita de unas cuantas decenas de revisiones, los actores hacen lo que pueden (incluido Mario Casas, realizando un increíble papel como Mario Casas Enfadadito) y la película se esfuerza muchísimo en ser estadounidense, pero con una décima parte del presupuesto. Un horror a evitar.
PREMIO DONOSTIA: Una obra maestra (Giuseppe Capotondi) ***
Reconozco que me gustan mucho las películas que parodian el mundo del arte. Me reí bastante con la simpática The square, con la fallida Velvet Buzzsaw y gocé con la maravillosa Exit through the gift shop. Giuseppe Capotondi intenta juntar a los que gozan con el metaarte y los que lo hacen con los enredos locos en una película que no satisfará ni a unos, ni a otros. Empieza siendo una película sobre una pareja conociéndose e intercambiando mordaces diálogos, y termina siendo un sinsentido con asesinatos y dobles personalidades que no le hacen ningún bien a la historia simple que parecía que iba a intentar ser.
Una obra maestra es un juego con el espectador en el que las reglas no están muy claras y, por tanto, falla miserablemente. Es como si el parchís, a mitad de juego, se convirtiera en la oca sin avisar. Los personajes cambian su personalidad, los secretos se notan forzados y la locura en la que caen algunos personajes no tiene razón de ser. Es una pena: con un poco más de mimo a esta parte del guión quizá pudiera haberse unido correctamente con la del mundo del arte y ofrecer algo que realmente merece la pena ver.
Tal y como está ahora, la película no pasa del aprobado, de ese que se olvida en cuando uno pone un pie fuera de la sala. Acabas de ver asesinatos, juegos dobles y una supuesta sorpresa final de las de abrir la boca de manera exagerada, y te ha dado absolutamente igual. No todos los juegos tienen por qué salir bien, al fin y al cabo. En este caso, pese a la presencia de Donald Sutherland y Mick Jagger (que no comparten ni una sola escena, por cierto), Una obra maestra no termina de despegar. Y ojalá lo hubiese hecho.
PERLAS: Hors normes (Olivier Nakache, Éric Toledano) ** 1/2
Cuando el año pasado Campeones ganó todos los premios ganables, muchos fruncimos el ceño por una comedia blanca e inane, sin que aportara nada nuevo y que se permitía el lujo de acabar su tercer acto con un festival de situaciones que ya habíamos visto antes. Ahora, desde Francia, nos llega Hors normes, que muchos venderán como la respuesta gala a Fesser pero no tiene realmente nada que ver.
En la película francesa no hay cinismo, no hay comentarios hirientes, ni un poco de autoparodia: su intención es mostrar el duro sacrificio de los encargados de un centro para personas autistas que está pasando por una inspección rigurosa. Cuando la película se centra en los cuidados en sí, es interesante aunque desprende ese aroma a cine reciclado y poco original. Básicamente, son dos horas de metraje en la que te martillean una y otra vez la misma tesis: si no les cuidamos nosotros, ¿quién lo hará?
Para dar momentos lúdicos, los directores montan un par de sketches sobre la vida amorosa de los cuidadores, más similares en cuanto a preparación, guión y dirección a un episodio regular de Aída que al resto del film. En los minutos finales, tras una perorata que no resulta emocionante en absoluto, se nos dedica un final inacabable con casi una decena de epílogos que vienen a cerrar unas historias que tampoco se habían abierto lo suficiente. ¿Es mala? No, en absoluto. Es mediocre y olvidable, solo recomendada para los que precisan de una dosis de moralina en vena. Cuidado: el chute de edulcorante puede ser espectacular.
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