En retrospectiva, casi es posible observar este tipo de películas como un subgenero, el «festivalero». Una cámara más documental, secuencias de puesta en escena, sin temor a dilatar el tiempo para ofrecer una visión más humana y próxima. Películas como Julia Ist o Verano 1993 nos sorprendieron el año pasado por transmitir más allá de los convencionalismos de un estilo tan manido como este, mas fuera de estas excepciones oportunas las apuestas que se nos presentan rara vez trascienden. Formentera Lady ha dejado un extraño poso de frialdad en la sala, con aplausos tardíos y a medias, lo cual despista bastante a un servidor que no termina de verle el fallo a una cinta como esta.
“La isla fue un lugar de peregrinaje de músicos. No sabemos si los King Crimsom estuvieron por allí en la época de los 70, pero me gusta pensar que sí y estoy feliz de que estén en la BSO de Formentera Lady«. – Pau Durà
Formentera es una Arcadia crepuscular. Mientras que obras como Call me by your name retratan un paraiso en el que desarrollar un romance entre un hombre y su «efebo», la isla de Formentera se presenta ante nosotros como los vestigios de algo perdido. Los hippies se encuentran en peligro de extinción y los que se resisten a ello acaban ensimismados, mirando más y más hacia dentro en busca de una zona de confort. Este es el caso de Samuel (José Sacristan), un hippie de la vieja escuela que se resiste a mirar hacia adelante sin reflexionar en ningún momento en cómo repercute en sus más allegados. Formentera Lady habla del egoismo, la vulnerabilidad y la nostalgia, de aferrarse a un pasado que nos hunde por miedo a lo desconocido. Formentera, alejada de lo alejado, simboliza el aislamiento de Samuel ante el inexorable paso del tiempo que hace mella en un hombre que añora lo bueno y huye del dolor del pasado. El paraiso isleño, antiguo edén, muestra su belleza ahora con un relativo aire melancólico, bello pese a la ausencia de la brillante luz mediterranea de los anuncios de Estrella Damm. No se nos intenta vender un panorama exótico, sino que la isla se muestra en su estado natural, sin recapacitar en el poder lírico del paisaje para transmitir las sensaciones oportunas
La película releva sus propositos con bastante sutileza, sin subrayarla demasiado, dejando que hable la situación y los personajes. El drama es endulzado por un humor muy natural, tanto en el diálogo como en la situación, sin que en ningún momento diluya el drama. Es un toque que refuerza el patetismo de la historia en pos de la empatía, haciéndonos ver la historia con ojos amables. Aun así, Formentera Lady se me antoja algo vaga, con poco detalle. Sus escenas funcionan, pero en un film tan centrado en la puesta en escena, flaquece comparada con otras cercanas en tiempo como No sé decir adiós. Se ven reacciones muy humanas que funcionan en pantalla, mas el conjunto es sosegado y directo, sin demasiados detalles que aporten profundidad a la escena o el argumento. Quizás sea ese el móvil por el que el público dudase de si aplaudir o no, pues es una sensación extraña ver algo que funciona y que no te llega.
Formentera Lady tiene personalidad pese a su mesura. Es una cinta tímida en comparación con similares como Captain Fantastic, poco llamativa pero con carisma. De fachada anodina, la película de Pau Durà convence si le das una oportunidad. Divertida y reflexiva, Formentera Lady vuelve a ser un ejemplo más de cómo no hay que juzgar un libro por su portada.