Crumbs es probablemente la propuesta más surrealista del panorama cinematográfico español. Y no es extraño, teniendo en cuenta que es una obra futurista española, rodada en Etiopia con personajes autóctonos y cuyo protagonista es un hombre con severas deformaciones en su cuerpo. El director del film, Miguel Llansó, no se queda corto a la hora de añadir y sobrecargar el argumento de la película con paradojas mentales, espacios oníricos y situaciones inverosímiles.
Crumbs transcurre en un mundo postapocalíptico en el que una nave espacial abandonada empieza a encender sus motores. A partir de ese momento, Candy estará convencido que pertenece a otro mundo y emprenderá un largo viaje para encontrar a Santa Claus y conseguir un asiento para él y su amada en la nave espacial. Durante el viaje, Candy se encontrará a nazis reformulados, a brujas consejeras, a antiguos guerreros, entre otros personajes peculiares. Los objetos de nuestra era, como muñequitos de las tortugas ninja, vinilos de Michael Jackson o espadas de juguetes del Carrefour son monedas de cambio muy valiosas en un nuevo mundo en el que se rinde culto a deidades como Michael Jordan.
Contener todo el surrealismo que transmite la película en unas pocas frases es imposible. Este surrealismo es inteligente pero no es efectivo. La obra está desbordada de situaciones irreales que anulan en cierta manera todas las capas de espíritu crítico que esconde el film. Incluso Llansó se equivoca al evitar el gran tono humorístico que transmitía su corto en el que se inspira la película: Chigger Ale. En este corto no añade dramatismo y se centra solamente en la creación de situaciones surrealistas desternillantes. En cierta manera, el dramatismo de Crumbs tiene una intención burlesca pero anula el afán rupturista de Chigger Ale, obra divertida y entretenida a la vez que hace notable una profunda crítica o inconformismo con el comportamiento humano de los últimos tiempos.
Aunque la estructura argumental no funcione al cien por cien, Crumbs desprende muchísima belleza estética. Los paisajes exteriores etíopes, las secuencias especiales, los encuadres milimétricos… son los puntos más fuertes de la película. Pero lamentablemente quedan en un segundo plano ya que la inverosimilitud del relato distrae y abruma al espectador en muchas ocasiones.
Las propuestas originales e inéditas merecen siempre ser vistas. Crumbs desborda originalidad pero desgraciadamente no consigue funcionar a la perfección. El cine de autor es siempre muy personal e íntimo, pero en ocasiones estos atributos pueden jugar en contra de una película y evitar que acabe encajando con los espectadores. Aun así, toda propuesta audiovisual cuyo único objetivo es ser rupturista, siempre es bienvenida.
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