Tengo en mis manos la novela The Cell de Stephen King, y leo en su contraportada ‘Stephen King vive en Maine con su mujer, la también novelista Tabitha King y no tiene teléfono móvil’ esto, a priori, no deja de ser una tontería escrita en la contraportada de un libro de terror donde lo malo pasa a través de los móviles, pero recuerdo haber leído esa contraportada y recordar una entrevista, donde el propio autor aseguraba tener miedo a todo, terror a las cosas más comunes, que por eso, entre otras cosas, prefería vivir apartado en una granja, casi incomunicado, lo cual me lleva a pensar en el estado mental de semejante creador.
Esta absurda introducción viene a lo siguiente, en el año 1994 se estrena En la boca del miedo (In the Mouth of Madness, 1994) una película de John Carpenter, autor referencia por mérito propio en el cine de terror, y que en esta cinta proclama un homenaje a la obra y maestría de Howard Phillips Lovecraft y que constituye una de las películas más embriagadoras que uno pueda echarse a la cara cuando busca películas de este género.
El argumento, se resume fácilmente, al menos de partida, un escritor de novelas de éxito, ¿Adivináis de que género? De éxito desmesurado, y que es, que casualidad, erigido como el nuevo Stephen King, en las fechas próximas a la entrega de su última novela, y coincidiendo con la publicación de la penúltima, desaparece sin dejar rastro alguno. Esto sumado a un comportamiento extraño de los fans de sus novelas, llevan a su editor a contratar a un detective, especializado en desmontar estafas a seguros, interpretado por Sam Neill para que le encuentre y conseguir el manuscrito de su último libro. Y eso es todo lo que yo y cualquiera debería contaros del argumento de esta película, si os cuenta más, odiadle con desprecio.
Maravillosa ambientación, con un ritmo increíble y mucha, muchísima sobreactuación muy común en las películas de los 90, pero no obstante, no deja de componer una película que te hace permanecer atento a detalles pequeños que poco a poco van componiendo la explicación que toda mente busca ante un misterio. Como ya decía, desde el titulo hasta los recitados que se realizan en la película son relacionas directamente por cualquier fan de H.P. Lovecraft con su obra, sus escenas de pesadilla, la composición de elementos imposibles, y como no, esas cosas viscosas que viven en la oscuridad, aunque este autor jamás es mencionado.
Pero que todo esto no os distraiga, no es una película sobre Lovecraft, ni sobre su obra, es más bien un giño directo a Stephen King, por razones evidentes, y compone la tercera película de la que se ha dado en llamar ‘Trilogía del Apocalipsis de Carpenter’ compuesta por The Thing, y Prince of Darkness además de esta película. Aunque esta no fue un éxito de taquilla, y fue más bien considerada como un divertimento, ya que en ese mismo año Carpenter estrenó también El pueblo de los malditos, aunque esto fuera solo a los ojos de la crítica de la época, siempre tan acertada.
Y ahora pasamos a la parte que tanto me gusta de tertulia de copazos en vaso ancho y mucho humo, pues esta película tiene sus guiños curiosos, desde el mismo nombre del autor al que buscan, Sutter Kane, que tiene las iniciales S.K. que coinciden con las de Stephen King, o la primera aparición de Hayden Christensen (Anakin Skywalker) en una película, con un papel apenas apreciable, pero que queda en el anecdotario, la localización del ‘supuesto lugar’ que esta entre Vermont y Maine, que son los estados de nacimiento y donde reside Stephen King.
También Carpenter se permite licencias personales y referencias a sus gustos, como que una película que aparece en la televisión sea su preferida de pequeño Robot Monster (1953), o el sonar de la canción We only just begun de The Carpenters como algo que da terror al protagonista, una broma más que acertada.
Me gustaría destacar un punto de la película, son las conversaciones telefónicas de Sam Neill, donde no se escucha al otro interlocutor, me parecen muy favorecedoras a la historia. Como punto negativo, sin dudarlo, la época en la que se realiza la cinta, que para muchas grandes películas de esos años supone un reto, ya que estéticamente han envejecido mal, y en algunos casos, muy mal, aunque en este en concreto no se sufre demasiado este efecto.
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