El título El niño 44 hace referencia a un caso de niños asesinados en Rusia después de la segunda guerra mundial cuando Stalin impuso una férrea disciplina entre los militares al servicio de su ejército. Bajo este panorama el mensaje que se intentaba transmitir era que no podía existir el asesinato en el paraíso, lugar en la tierra representado por la madre patria rusa. La investigación enmarcada cronológicamente durante esos años sirve como excusa perfecta también para mostrarnos la historia de amor entre la pareja protagonista que pasa de la mayor de las indiferencias a una pasión a prueba de balas. Los dos se prestan al juego del gato y el ratón brindándonos unas majestuosas interpretaciones como últimamente nos tienen acostumbrados tanto Noomi Rapace como Tom Hardy. Sin duda es esta relación el vehículo que toma el bastón de mando en la película dejando en la cuneta el descubrimiento del asesino. Junto a ellos el televisivo Tywin Lannister de Juego de Tronos y un Gary Oldman que siempre roza el sobresaliente llenando la pantalla, completan un elenco de actores y actrices difícilmente mejorable.
Cabe destacar una música y un sonido espectacular que acompaña a las mil maravillas a la acción y escenas bélicas del film que las hay y en cantidades importantes. Todas ellas muestran una crudeza sin igual y un realismo que pueden llegar a impresionar al espectador más sensible. La guerra puede ser muy cruel y este film así lo demuestra. Ni siquiera el loco movimiento de cámara del director en estas impactantes escenas, demasiado rápido para mi gusto, oculta una violencia nada gratuita.
A todo esto habría que añadir una fotografía y unos paisajes en consonancia con lo que se está mostrando. Un país helado por el tiempo y la hambruna que parece estar congelado y que aún padece los efectos de una guerra devastadora. Todos los viajes que los personajes realizan montados en un tren sirven como cámara transmisora de una realidad que se pretende ocultar.
Pese a que el ritmo decae en algunos momentos y la incertidumbre de saber la fisonomía del criminal apenas existe, pues Daniel Espinosa nos muestra su identidad casi a mitad del metraje, el resultado final no defrauda brindándonos un desenlace del todo inesperado y un final lacrimógeno que rescata a algunos personajes del pasado. Para llegar a esto tendremos que esperar dos horas y veinte, quizás demasiado tiempo en los tiempos que corren.
Echo de menos quizás una investigación más exhaustiva y unos métodos cercanos a la realidad policial pues enseguida se resuelve el misterio sin dejarnos participar en ella. Un fallo que puede pesar en el boca a boca y que haga que esta película pase de puntillas por la cartelera española pese a que hay más de un elemento que podemos salvar. ¡El fin de semana saldremos de dudas!
https://www.youtube.com/watch?v=ufynVBCdV0c
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