Las películas de juicios me suelen gustar bastante. No es que sea un fetichista de los temas legales y realmente soy un inepto con respecto a todas estas cosas, pero generalmente estas cintas suelen ser bastante efectistas y como se suele decir, de dejarte con el culo partido si está bien hecha.
Aparte de eso soy un fan incondicional de Matthew McConaughey, tanto de su vena cómica como de la seria, que también la tiene. De hecho tengo un muy buen recuerdo de una de las primeras películas de este actor que vi, Tiempo de matar, también de juicios. Tanto me gusta que cada vez que la ponen en la tele procuro verla. Así que tenía muchas esperanzas en esta propuesta.
Hay que reconocer que El inocente empieza realmente bien, nos definen al personaje protagonista de forma sencilla y directa, un abogado ganador, con un carisma que ocupa toda la pantalla y que te embriaga. A partir de ahí empieza la historia y empezamos a entrever a los nuevos personajes y su naturaleza.
La trama conforme avanza se pone más y más interesante, hasta que ocurre un suceso que no contaré para no destripar la película. A partir de ahí todo va cuesta abajo, pero no en plan bien, sino todo lo contrario. La historia llega a su punto álgido justo a la mitad del metrage pero como suele ocurrir, cuando estás en lo más alto ya solo puedes bajar.
Pese a todo la película no termina de forma lamentable, sino que lo hace de una forma bastante digna, pero no podemos evitar añorar los momentos en los que la película nos parecía realmente interesante.
Del resto del reparto no hay demasiado que decir y es que pese a que tiene un reparto más que acaeptable (Marisa Tomei, William H. Macy y Bryan Cranston entre otros) hay que decir que la mayoría del tiempo en pantalla se lo llevan Matthew y Ryan Phillippe.