Dragon Ball es, sin duda, el mejor shonen del siglo XX. Para los que no conozcan la terminología, shonen se refiere a historias orientadas hacia un público infantil masculino. Akira Toriyama masterizó y llevó a la cumbre el género tanto en Japón como en el resto del mundo.
Dragon Ball y su continuación, Dragon Ball Z, contuvieron 519 capítulos de manga que se transformaron en 444 capítulos de animación para televisión. Además, 17 películas independientes basadas en la franquicia de Dragon Ball fueron producidas, la última en 1996, el año que acabó de emitirse la serie en Japón. Y 17 años después de la finalización de Dragon Ball, como caída del cielo, nos llegó una pequeña gran joya: Dragon Ball Z: Battle of Gods.
Con una amplia participación por parte de Akira Toriyama en la película, cosa que se nota, esta película consigue recuperar el espíritu de la franquicia original, tanto de Dragon Ball como de Z, podemos volver a ver a Pilaf y su pandilla, Shenron, los dinosaurios que eran tan ubicuos en la serie original, etc. Los personajes, ambientación, antagonistas y trama son Toriyameros a más no poder. Mención especial a Birus Sama (Lord Bills) antagonista principal de la película, y al pez oráculo.
Sin querer centrarme mucho en la trama, Dragon Ball Z: Battle of Gods está ambientada tras la derrota de Boo, pero antes del final de la serie y la aparición de Oob. Tras solo 39 años de sueño, Lord Bills, el Dios de la Destrucción despierta para equilibrar el universo. Con la ayuda de Wish, se entera que alguien venció a Freezer durante su letargo, cuando se entera que un Saiyan, de nombre Kakaroto, fue quien lo hizo, empieza a recordar un sueño premonitorio que tuvo sobre un Dios Super Saiyan. En ese momento, Lord Bills intentará conocer la identidad de ese Dios Super Saiyan.
La película nos lleva por los clichés, o tropos, del shonen de una manera magistral: el poder de la amistad, el humor, el bien contra el mal, etc. Esto, sumado al rol activo de Akira Toriyama en la trama, y a una calidad de animación con técnicas de 2013 que simplemente no existían en los años ’80 y ’90, hacen de Dragon Ball: Battle of Gods la mejor película de Dragon Ball. Espero que Broly sepa perdonarme.