Estamos en la década de los 80 en Polonia. El país se encuentra inmerso en una gran crisis médica sin grandes avances en el campo de los trasplantes de corazón hasta que llega a los quirófanos el prometedor y brillante doctor Zbigniew Religa, un valiente cirujano que está investigando junto a otros colegas de profesión la manera más eficaz de llevar a buen puerto un trasplante de este vital órgano, algo que se les resiste a los doctores con más años de experiencia a sus espaldas. Sus innovadores y revolucionarios métodos no son bien recibidos en las convenciones a las que acude en donde consigue eso si contactos en forma de futuros compañeros. En Dioses, el director Lukasz Palkowski lleva a la gran pantalla la historia real de este médico que supo ver lo que los demás solo percibían y que se convirtió en un adelantado a su tiempo descubriendo la cura para un sinfín de pacientes que estaban ya sentenciados proporcionándoles una vida más larga.
Para conseguir tan gran éxito Tomasz Kot que da vida a este ilustre doctor no duda ni un segundo en abandonar el hospital en el que trabaja, el cual no le permite experimentar con los enfermos y abrir uno nuevo en el que es nombrado nuevo director. Todo parece sencillo ¿verdad? La realidad es que será en ese momento en el que se le acumularán los problemas ya que tiene que hacer frente no solo a unos plazos de apertura muy cortos sino también a unos graves problemas económicos en forma de ausencia de financiación. Tiene a los médicos, jóvenes preparados y con muchas ganas pero con muy poca experiencia, a las enfermeras, con escasos conocimientos de la profesión y también unos fondos materiales y clínicos que no sabe lo que le van a durar. Ante este panorama su investigación avanza a paso de tortuga con unos enfermos y unos familiares que no están seguros al cien por cien de querer prestarse a ser conejillos de indias del buen doctor.
Nuestro protagonista es un hombre de ciencia con un gran corazón pero con un ego de dimensiones superlativas que cuando los fracasos se le acumulan se derrumba. Será entonces cuando el dios se convierta en la persona más humana del mundo bebiendo más de la cuenta y dejando su profesionalidad a un lado.
Dioses no es una película solo dramática aunque la muerte sobrevuele a todos y esté presente tanto en la sala de operaciones como fuera de ella, también nos sorprende con pinceladas algo cómicas que le quitan hierro al asunto como las fiestas que organizan entre compañeros, las arriesgadas y alocadas decisiones de Religa como el uso de corazones de cerdo o su constante indecisión a la hora de contratar o despedir a la misma persona en un mismo día.
El ritmo de la narración es muy correcto sin apenas momentos de bajón lo que ayuda a que no desconectemos de la historia. Aunque no profundiza en exceso en las vidas de los pacientes, su muerte sí que nos impacta por ser en ocasiones en muy corta edad. Humanizan al mito y lo acercan a nosotros como por ejemplo el caso de esa niña que se convierte en su amiga en la clínica donde trabaja al principio.
No solo conoceremos a los que van a recibir los órganos sino también a los familiares de los donantes, en ocasiones temerosos de no seguir los mandamientos de su religión. Es chocante como algunos se interesan más por cuestiones del resultado final, en relación a un posible cambio de conducta o pensamiento con un corazón ajeno que por la misma operación en sí.
Quizás le sobre algo de realismo en cuanto a las escenas en quirófano que pueden herir ciertas sensibilidades pero esto es algo que no resta un buen trabajo en esta la tercera película de Palkowski que le ha llevado a ser el film más taquillero en su país con más de 2.1 millones de entradas despachadas y ganador de siete premios de la Academia polaca incluyendo todos los más importantes.