A veces pasamos cerca y ni siquiera los vemos, otras veces por accidente descubrimos su localización exacta y nos sorprendemos por haber hallado algo importante que no íbamos a encontrar, en contadas ocasiones viajamos conscientemente hasta ellos y nos deleitamos con su vista acordándonos de todo aquello que nos hicieron soñar. Sad Hill es uno de estos mágicos y singulares lugares con historia propia que muy pocos conocen y menos han tenido la oportunidad de pisar, un destino de peregrinaje para algunos cuerdos alocados que un día decidieron embarcarse en el proyecto de desenterrar ese cementerio en el cual cual se rodó el triduelo del final de la mítica El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone. Y es que España ¡tiene un color especial! como el Conan de John Milius que se llevó a la Sierra de Madrid y a paisajes de Almería o la serie de aventuras Juego de Tronos con escenas enmarcadas bajo el sol de Sevilla. El documental de Guillermo de Oliveira, Desenterrando Sad Hill, nos permite colarnos sin pagar en este tour temporal que comenzó el año en el que unos turistas extranjeros descubrieron su ubicación exacta y acabó con el fiestón que se organizó conmemorando los cincuenta años del estreno del film con la proyección de este spaghetti western y un final acorde a lo visto en 1966 que dejó a todos boquiabiertos.
Solo escuchando a los miembros de la Asociación Cultural Sad Hill o a artistas de talla mundial como el cantante de Metallica, James Hefield, un enamorado de cada una de las imágenes de tan mítico largometraje llegamos a darnos cuenta del poder y magnetismo que tiene esta localización burgalesa. Algunos documentos gráficos como fotografías de la época o testimonios por parte del equipo técnico y extras que colaboraron en dicha producción sirven para dar luz a algunas cuestiones y escriben en el libro del anecdotario aquellas situaciones más divertidas y rocambolescas vividas por todo aquel que osó compartir o seguir ideas del maestro Leone, un conjunto de nacionalidades que apenas si se entendían y que confundieron muchas veces órdenes o indicaciones.
El director fue un Mister Marshall que cargado de regalos, algunos en forma de días libres o de permiso para algunos soldados del ejército español del cuartel de San Marcial, hizo felices a unos cuantos cientos de habitantes y espectadores curiosos que por un tiempo vivieron días escandalosamente frenéticos participando activamente en el rodaje de algo que para ellos era toda una novedad. Ahora nosotros, gracias a Desenterrando Sad Hill, conocemos de palabra las sensaciones experimentadas ¡toda una explosión descontrolada!
No, Desenterrando Sad Hill no es otro típico documental español ¡no va a hacer un estudio pormenorizado de los aspectos técnicos de la película! Esto trata de sentimientos únicos y encontrados, de momentos compartidos en un mismo lugar y distintos tiempos desenterrados tras muchas horas de excavación con máquinas o a mano. Voluntarios que libremente sacaron fuerzas y ratazos de su vida para hacer realidad un sueño que anteriormente estaba escondido bajo piedra y tierra. El camposanto por fin amanecería cada día y se apagaría al atardecer recordándoles a todos ellos que el trabajo y la perserverancia dan sus frutos y que el destino tiene curiosas maneras de unir a las personas.
Juntar a tres genios como Clint Eastwood, Ennio Morricone y Sergio Leone tiene premio porque eso es lo que representa Sad Hill, una de esas raras reuniones en el séptimo arte que lo hacen tan increíble.
Cuando el polvo sea quitado del todo, cuando las tumbas se levanten y cuando los nombres de felices padrinos a 15 euros que aun no han fallecido brillen con la luz del lucero del alba o se oscurezcan con la primera oscuridad de la noche sabremos que ese vaquero con sombrero, poncho y purito humeante en la comisura de los labios que es más rápido que su propia sombra no caminará solo, le estaremos acompañando siempre todos aquellos que amamos el lejano Oeste y a sus queridos protagonistas, como el jurado de Sitges que le brindó el premio Noves Visions o el del Festival de Western de Almería, lugar que conserva como el Santo Grial réplicas del poncho de lana raído, del Gran Torino.
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