Hace unas cuantas décadas, el cine de Hollywood, dedicó un capítulo muy especial a un tipo de películas que narraban historias referidas al regreso de los veteranos heridos en la guerra de Vietnam, una auténtica vergüenza para los Estados Unidos. En su petate llevaban experiencias dolorosas que nunca olvidarían y que los atormentarían ¡por los siglos de los siglos, amén! No importaba que la vuelta de la guerra les permitiera reencontrarse con los suyos, había recuerdos traumáticos que jamás se borrarían de su memoria, como las muertes de compañeros en combate o violaciones de derechos universales. Ahora que ha pasado tiempo, de nuevo encontramos films como estos que pretenden concienciarnos de la poca justicia que hay con estos soldados. El nuevo conflicto armado se llama Guerra de Irak y dejó secuelas muy profundas en ambos bandos. Las selvas han sido sustituidas por el desierto y las amenazas son otras, con minas camufladas para hacer daño a cualquier convoy norteamericano o francotiradores apostados en escondites imposibles de localizar. En Deber cumplido, a los tres soldados no les importan las medallitas, los apretones de mano o las palmadas en la espalda, solo desean ser tratados con justicia por la administración de su país y recibir lo que se merecen por haber arriesgado sus vidas lejos de allí. Ya no habrá más balas silbando a su alrededor, pero el infierno se lo han traído consigo con unas pesadillas y alucinaciones cada vez más horribles que les alejan de la realidad.
No podemos olvidarnos de ellos, no podemos dejar que nadie haga nada. Este drama puede suponer una muerte por suicidio como alivio ante un futuro muy negro o un peligro extremo al trabajar para unos delincuentes que solo quieren aprovecharse de estos pobres hombres. Miles Teller, protagonista de Whiplash, ha dejado las baquetas de la batería en su casa pero no su pasión por una vida a la que se aferra con uñas y dientes gracias a la ayuda de su joven mujer. Debe recuperar una estabilidad laboral y familiar antes de que todo estalle en mil pedazos. Sus dos amigos tampoco están mucho mejor y se han dado cuenta de que solo los lazos que se han forjado en la lucha puede salvarlos. Adam es el pegamento que mantiene intacto al grupo, si él fracasa todo caerá como un castillo de naipes y es por eso que como cabeza pensante acudirá en socorro de todos ellos. A veces este superhéroe llegará a tiempo y otras se entretendrá con el traje en la cabina telefónica.
Deber cumplido nos lleva de viaje con un calor sofocante hasta azoteas y estrechas calles de Irak, en un par de flashbacks muy necesarios, hasta pueblos con coquetas casitas que deben ser recuperadas o centros médicos que pretenden curar el estrés postraumático después de unos episodios terribles. Algo que pensamos que puede ser muy doloroso en la ficción resulta aún más infernal cuando nos enteramos que en verdad sucede hoy en día. Es condenable el pasotismo y la indiferencia hacía unos compatriotas que se jugaban la vida cada día por defender su patria y su bandera. Lo menos que se podía hacer es tener un detalle con ellos y procurarles un futuro lo más tranquilo posible. Jason Hall, director de este largometraje, ya se acordó de todo esto con el guion de El francotirador,de Clint Eastwood y ahora vuelve a ahondar en la herida no curada y que parece seguir dejando escapar sangre a borbotones. Ha elegido la novela de David Finkel como documento original y sin mácula, tres hombres no veteranos sino en la flor de la vida que se encuentran con puertas cerradas a cada paso que dan y que a veces se arrepienten de haber abandonado algo que sentían como suyo. Suena muy duro imaginar a alguien deseando en ocasiones preferir volver a las trincheras antes de descansar con los suyos, no debe ser fácil llegar y darse cuenta de que hay que comenzar de nuevo, partir de cero y resetearlo todo, sea bueno o malo. Solo las conversaciones con aquellos que han sufrido lo mismo que ellos, los mismos que salvaron bajándolos por las escaleras podrán apaciguar conciencias y traer una paz más que anhelada.
En esto Deber cumplido acierta, la manera en denunciar la indefensión y una chapucería probada en numerosos casos, aunque se repite en viejos clichés que solo han cambiado los rostros de los protagonistas y el conflicto armado del que retornan. Deber cumplido no es un film bélico sino un drama que podría evitarse pero que se repite cada cierto tiempo. A ver si a la segunda va ala vencida y Jason Hall consigue que se le escuche, esperemos que el sonido de las bombas y los rifles, los gritos de los heridos y los llantos de los que siempre pierden en las guerras, nos dejen oír este lamento sin plañideras ni salvas.
A veces los muertos no solo caen bajo el fuego enemigo, a veces andan entre nosotros como The walking dead. Sus fotos reales, tan necesarias en este tipo de producciones, no pueden caer en el olvido.