Una de las grandes virtudes que tiene un festival como el D’A es que sirve como ventana para descubrir nuevas cinematografías de países que no acostumbran a tener una proyección internacional. Es el caso de por ejemplo la cinematografía georgiana, que pese a tener a Otar Iosseliani como principal referente casi nunca llega a estrenarse en salas occidentales. Pero Dede gracias a su largo viaje entre festivales con muy buenos resultados no solo podrá verse en el D’A sino que también contará con una pequeña distribución española. Algo que no solo deberíamos celebrar sino hasta cierto punto exigir. Sabemos muy poco de muchas culturas extranjeras y el cine es una de las mejores ventanas para impregnarnos de ellas. Georgia hasta hace 20 años era un país en guerra con Rusia y hoy día continua a caballo entre un estado de posguerra y modernización. Por eso sorprende que los acontecimientos de Dede, pese a situarse en los años noventa sean más propios de una cultura de principios del siglo XX.
Dede nos muestra las desgracias que vive Dina, una mujer georgiana que no solamente se encuentra en un país anclado en el pasado sino también en un pueblo de montaña donde prevalecen las tradiciones de matrimonios por conveniencia y donde la mujer no tiene ni voz ni voto. Dina está comprometida con un hombre pero enamorado de otro que por cuestiones de azar, resulta ser su mejor amigo. Esta es la premisa con la que comienza el film. Durante el camino Dina tendrá que lidiar contra un pueblo opresor contra la mujer, un pueblo donde los hombres pueden casarse con una mujer simplemente secuestrándola. Dina en muchas ocasiones no conseguirá derribar las sólidas barreras patriarcales pero su lucha será constante.
Dede sorprende por la brutalidad, violencia y sinceridad con la que se suceden las imágenes, algo que parece más propio de la forma de ser de los georgianos que de la película. No es casualidad que la dirección del film esté firmada por una mujer, Mariam Khatchvani, ni como tampoco lo es que nos sitúe siempre temporalmente, como si quisiera recordarnos constantemente que esto pasaba hace veinte años, no hace cien. Si por algo destaca Dede más allá de la fuerza visual de sus imágenes y paisajes es por el atractivo e interés de su narración y sobre todo por la aproximación a la cultura y tradiciones de un país que desconocemos.