Samuel Theis acudió al D’A Film Fest para presentar Petite Nature, su segundo largometraje como director. La película, que pudo verse en la semana de la crítica de Cannes, es en palabras del propio director el regreso a la ciudad de su infancia para retratar sentimientos y sensaciones complejas de la prepubertad.
Petite Nature es una película sobre el paso al mundo adulto o mejor dicho, sobre el despertar de la consciencia. El director francés se arriesga mucho al poner sobre la mesa no solo el despertar sexual de un muchacho de 10 años, sino también el despertar de su conciencia de clase y de sus posibles aspiraciones. Johnny, el niño protagonista del film, acaba de mudarse a una nueva zona de la ciudad con su madre y sus dos hermanos. Su padre es una figura ausente y él mismo debe ejercer el rol de patriarca al hacerse cargo de prácticamente todos los cuidados de su hermana pequeña. Mientras tanto, su madre intenta sustentar la familia trabajando en un estanco y en ocasiones antepone sus necesidades sociales al bienestar de sus hijos. Por esa razón a Johnny se le abre un nuevo mundo al conocer a su nuevo profesor, una persona atenta y que ve en él mucho potencial por descubrir. Este profesor es objeto no solamente de su admiración, incluso identificándole como la figura paternal que nunca ha tenido, sino que también provoca en él una prematura percepción sexual. Afortunadamente Johnny acabará entendiendo qué lugar ocupa socialmente y cuál es el camino que quiere seguir en su vida. Decisiones que aunque no son propias de un niño de diez años son el mecanismo de supervivencia de una persona, en efecto, muy especial.
Petite Nature consigue ordenar y salir airosa de una aventura y una transmisión de sentimientos muy difíciles de plasmar en la gran pantalla. Gran parte de su éxito se debe a su excelente dirección de actores construyendo no solamente un protagonista creíble sino también acompañándolo de un abanico de secundarios excelentes. Sin embargo el film no consigue despegarse de cierta tendencia de cine francés moralista y social que estamos cansados de ver una y otra vez en las salas de cine. No será una obra que destaque especialmente o vaya a perdurar en nuestro recuerdo pero sí una propuesta sólida de retrato de emociones complejas y con muchos matices.