Han pasado ya casi dos décadas desde el debut cinematográfico de Lav Diaz y a día de hoy sus películas siguen pareciendo un auténtico milagro. Un milagro porque pese a tratarse de obras que renuncian prácticamente a todos los estándares de la industria cinematográfica son películas que tienen cabida dentro del circuito de festivales. When the Waves are Gone sigue manteniendo la esencia del cineasta filipino pero aderezado con un tono algo más canalla y burlón del que estamos acostumbrado.
La obra enfrenta a dos de los mejores inspectores de policía de Filipinas. Por un lado Hermes, un policía ejemplar del que pronto se descubre que ha perpetrado un episodio de violencia doméstica, y por el otro lado su mentor, el inspector Primo Macabantay que sale de prisión 29 años después de que el propio Hermes le delatara por corrupción. La película va escalando poco a poco y preparándonos para el duelo final al que ambos inspectores llegan en condiciones dispares. Hermes, absolutamente asolado por una psoriasis fruto del estrés; y Primo Macabantay completamente desquiciado por una sed de venganza que hace de él un loco muy peligroso.
Diaz no renuncia a prácticamente ninguna de sus convicciones formales. Ni a la duración del largometraje (pese a ser de las cortas, tan solo tres horas), ni a los encuadres solemnes en cámara fija, ni a los largos planos secuencia que tanto pueden estar repletos de diálogo como simplemente mostrar un personaje bailando durante cinco minutos. Lav ha conseguido amoldarse a un estilo que ya conoce a la perfección y que ha conseguido depurar a lo largo de los años. La película pese a contar con limitados recursos, está repleta de planos espléndidos con una fotografía en blanco y negro envidiable. Un cine no solo bello en lo estético sino muy comprometido políticamente. When the Waves are Gone vuelve a ser una sátira punzante contra la política y la policía de un país absolutamente corrupto. Necesitamos más cine de Lav Diaz y más horas si cabe de metraje porque es sin duda uno de los cineastas en activo con la mirada más pura y más única.