Antes de empezar a ver un documental, sobre todo un documental sobre el que vas a escribir después, uno tiene que plantearse una simple pregunta, ¿qué sabía antes del tema? Pues bien, aquí va mi pregunta, ¿Qué sabía yo de Clamores Jazz antes de ver este documental?. Yo sabía que la sala Clamores era un local en Madrid donde tocan habitualmente casi todos los músicos que me gustan, y también que era una sala antigua y más que instalada en el circuito de Madrid.
Pero lo que no sabía es que Clamores celebraba su 30 aniversario. Y es por esto que han rodado el documental, Clamores Jazz: 30 años de música y el nombre le viene al pelo. El local, en principio un club de jazz, como su propio nombre indica, se ha ido convirtiendo en un auténtico templo, el sitio al que todos los amantes de la buena música (y “de provincias”) queremos ir alguna vez cuando visitamos la capital. Es uno de los pocos espacios que mantiene una programación diaria, y mantener eso a lo largo de tantísimo tiempo es un auténtico logro. Si las salas normalmente se convierten en míticas cuando cierran estamos ante un caso excepcional.
Clamores Jazz: 30 años de música, como producción audiovisual va a hacer las delicias de todos los melómanos que se acerquen a verlo, mezclando entrevistas con escenas de música en vivo de esos mismos artistas, y manteniendo siempre un aspecto visual excelente.
“La música de calidad funciona, sea de masas o no […] perdurará toda la vida” es lo que dice Germán Pérez sobre la música que suena en Clamores, su local, su sueño, su casa. Pero no sólo la considera su casa, Ara Malikian (considerado uno de los mejores violinistas del mundo) y Fernando Egozcue (enorme compositor y compañero de Malikian en un proyecto musical que lleva años en escena) hablan de que la Clamores es su segunda casa, cómo empezaron a ir, y algunas anécdotas, como cuando Fernando apareció en busca de Germán para darle un cassete con su música y éste lo mandó a paseo diciéndole que allí sólo tocaban sus amigos, o cuando Ara Malikian partió una cuerda de repuesto y alguien del público le prestó un violín para poder terminar el concierto (incluso esto aparece con el vídeo del momento).
Y es que el documental es un compendio de sentimientos. Sólo aparece gente que participa o ha participado en algún momento de la sala y su música, hablando como músicos y como público habitual. Así, aparece Carlos Vega, que define a la sala y a su dueño como “cómplices de la buena música”. Se pone de relieve, durante toda la cinta, por parte de la gente que habla en ella la expresión buena música, o música de calidad. A Clamores no van fenómenos de masas, pero sí buenos músicos. Todo el documental te inmiscuye en un ambiente de jazz, las entrevistas grabadas en la misma sala, la oscuridad, la luz, sólo falta humo de cigarrillos que envolvieran la escena, mientras que los planos de la música en directo son magníficos.
Chano Dominguez, el excelente pianista de Jazz, habla de como “tener música a diario en España es muy difícil”, mientras que Lichis nos cuenta que lo de Germán es “verdadero amor por la música” y lo compara con esos encargados de las discográficas que siempre están al día, escuchando prácticamente todo lo que se hace para encontrar lo mejor. Pero no son los únicos que aparecen aquí, Iliot Murphy, Carlos Chaouen, Lou Donaldson, Nacho Mastretta, Pedro Iturralde, Jeery Dominguez, Bob Sand, Bobby Martinez, Natalia Bicenta, Miguel Campello (el bicho), los miembros de Red House Jeff Espinosa y Francisco Simón, Paco Cifuentes, los músicos que acopañaban a Antonio Vega, Luismi Balandrón y Tony Jurado, Rebeca Jimenez, José Menese o el Capullo de Jerez pasan por delante de la cámara para contar su experiencia. Los Gandules también pasan, pero lo dejan para el final y los créditos, a saber qué cantidad de tonterías pasarían por las bocas de mis admiradísimos Santiago Diaz y Roberto Montañés.
En definitiva, un gran elenco de figuras de la música nacional e internacional que van contando sus experiencias en la sala, como Iliot Murphy, que la compara con otras salas de renombre como la “New Morning” de París o la “Quasimodo” de Berlín. Las aspiraciones para un músico local como Lichis que pensaba “el día que toque aquí ya seré músico”, peor o mejor, decía, pero músico al fin al cabo. Otros como Nacho Mastretta nos cuentan lo que para él es la “emoción colectiva, hay que emocionarse en el escenario” o eternas frustraciones como Pedro Iturralde intentando explicar que él no hacía fusión sino jazz flamenco. Como el Capullo de Jerez reinvindica que le tienen que dar más bombo a esa sala en la televisión o escuchar hablar de Antonio Vega por parte de sus acompañantes en el escenario y por parte de Germán llega a emocionar.
En definitiva, una película para disfrutar, donde los amantes de la música podemos encontrar a decenas de grandes artistas hablando de uno de los lugares de referencia a nivel nacional aderezado por un montón de canciones en directo. A mi me ha encantado, porque es ponerle caras y personas a algo que normalmente sólo he visto de lejos, la mayoría de los intervinientes me han sido reconocibles y la música en directo que ha sonado me encanta. Si te gusta la música, la “buena música” como se dice en Clamores Jazz: 30 años de música, no dejes de verlo.
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