En 1957 el fiscal general Fritz Bauer tiene ante sí el reto de llevar ante la justicia a antiguos miembros de las SS que andan desperdigados por todo el mundo. Uno de ellos oculto en Argentina será aquel que le dé mayor celebridad pero también quien ponga en peligro su carrera. Para poder apresar a Adolf Eichmann tuvo que negociar con el Mossad israelí lo que le granjeó las enemistades con altos cargos políticos y antiguos miembros del régimen por traición. Hay que recordar que tampoco es que gozara de grandes amistades por su pasado judío, socialista y su presunta orientación homosexual. Con una escena en la bañera muy muerte a lo Marat de Jean-Louis David pero sin fallecimiento, el real sería el 1 de julio de 1968, comienza El caso Fritz Bauer, un film que ha sido nominado en su país por la Academia y que fue premiado en el Festival de Locarno por el público.
Es el principio de un juego del gato y el ratón entre Bauer y Eichmann haciendo hincapié Lars Kraume en las relaciones entre diferentes servicios de inteligencia, colaboraciones que a veces se hacían en secreto, ocultos a la prensa y opinión pública. Un film de espionaje en donde cualquiera puede ser un traidor y venderte por amor pero también donde los aliados, contados con los dedos de una mano, son capaces arruinarse la vida con tal de que prevalezca la justicia. Una visión de dos Alemanias, la tradicionalmente permitida y la prohibida con locales de alterne clandestinos en donde la perversión es legal y posible y el travestismo toca a personajes de teórica intachable moralidad. Allí la música con letras transgresoras está permitida. Es la voz del pueblo y no puede ser callada ni amordazada. Una libertad no coartada.
No todo gira alrededor de Fritz Bauer, la historia se divide en dos para mostrarnos también los usos y costumbres de su ayudante Karl Angermann que nos abre las puertas de su casa para que conozcamos además de su vida profesional lo que se cuece en su privacidad con problemas matrimoniales diversos que anteceden a una crisis anunciada que tiene difícil solución desembocando en una infidelidad con alguien que no es trigo limpio.
Quizás lo peor que tiene esta historia es que en ocasiones puede parecer algo pesada, si uno no está muy puesto en espionaje se le puede atragantar y perderse en el papeleo. Es quizás su mayor defecto que a veces deriva en lentitud con escenas muy largas en donde se habla demasiado de política usando tecnicismos de la profesión pero era necesario para transmitir con verosimilitud lo que aconteció en esos años en la Alemania post Segunda Guerra Mundial.
No nos están contando el papel que tuvo el país germano en el conflicto de la guerra fría al que normalmente estamos acostumbrados cuando nos hablan de la posguerra. El Puente de los espías de Steven Spielberg del año pasado es un claro ejemplo. Ahora se interesan por otras cuestiones como son la captura de antiguos criminales de guerra en un intento de limpiar sus trapos sucios, de condenar el pasado nazismo que tanto daño les hizo y que posibilitó que el país se empobreciera hasta límites insospechados. Un ejercicio de memoria histórica en busca de posibles culpables a su actual situación.
Fritz Bauer contribuyó a esto destapando y persiguiendo desde la fiscalía a todo aquel que aún tenía dudas acerca de lo terrible que fue para Alemania la política de Adolf Hitler. Sus enemigos no pueden descansar tranquilos. La justicia es implacable y si tiene que haber daños colaterales, bienvenidos sean ¿verdad Karl?
Como dicen en El caso de Fritz Bauer, el país ha sido cuna de grandes personajes históricos para gloria de la nación, otros por el contrario suponen una gran sombra y un lunar negro, a esos son a los que Fritz Bauer persigue sin descanso en esta película que mezcla cine noir y thriller político a partes iguales.