Casi imposible, la nueva película de Jonathan Levine, hace honor a su título en español y consigue algo que parecía casi imposible: que Seth Rogen nos parezca cuqui. Aunque sea sólo veces, el mérito está ahí. Y la cosa se podría haber quedado sólo en eso, pero no. También logra que éste haga muy buena pareja con Charlize Theron. Desconozco qué clase de magia negra habrán empleado para que ocurra, pero lo cierto es que ambos demuestran una química innegable en pantalla y el mero hecho de verles compartir pantalla provoca regocijo.
¿Y no es acaso esa la clave para que cualquier comedia romántica funcione? Pese a haber visto cientos de ellas, sabernos la escaleta de memoria y poder predecir de pe a pa todo lo que va a ocurrir sólo con echarle un ojo al póster; si la pareja principal tiene encanto y carisma, perdonaremos todo lo demás y nos limitaremos a relajarnos y disfrutar. Y aun así, en Casi imposible no hay absolutamente nada que perdonar porque toda la experiencia es deliciosa en sí misma.
Sobre el papel es la misma cinta de siempre: chica conoce a chico, se enamoran, todo va bien, se enfadan, se reconcilian. Fin. Lo siento. Os acabo de joder ya no una película, sino un género entero. Pero es que aquí la gracia está en los detalles. En esas cosas que no se pueden ver venir. El guión de Dan Sterling y Liz Hannah está plagado de pequeños momentos inesperados, de salidas de tono que dejarán a más de uno con la boca abierta, de diálogos descacharrantes y un sinfín de carismáticos secundarios dignos de protagonizar cada uno su propio spin-off.
Casi sin darme cuenta, resulta que pasé dos horas sentado en la butaca que dejaron tras de sí un pronunciado dolor en mi mandíbula. Pero que mi incapacidad de dejar de sonreír durante todo su visionado no os lleve a engaño: aunque Casi Imposible vaya sobrada de encanto, también lo va de mala hostia. No, no es The Interview pero sí comparten guionista y algo se deja notar. Hay escenas que arrancarán múltiples carcajadas entre los espectadores que más gusten del humor negro. Todo en su justa medida, por supuesto, pero ahí está y hay que avisar.
Existe también un fuerte componente político que la empareja ligeramente con otras ficciones satíricas como Veep —magnífica serie de HBO que nadie debería dejar de recomendar jamás—, pero sin llegar nunca al mismo nivel de densidad y misantropía. Ayuda también que sus protagonistas no sean unos sociópatas despreciables, claro. Como única pega en ese aspecto, el personaje interpretado por Andy Serkis (bajo ingentes capas de maquillaje que nadie le pidió que llevara) quizá es el único que roza demasiado la caricatura para mi gusto.
Casi imposible empieza gustando, pero acaba enamorando. Incluso cuando parece que el interés está a punto de decaer, algo consigue llamar nuevamente nuestra atención y mantenernos alerta. El timing es perfecto. Me sorprendo a mí mismo con lo que estoy a punto de decir y además asumo que voy a estar completamente solo, pero creo que nos encontramos ante una de las mejores comedias románticas de la década. No hay mucho mérito aquí porque, salvando joyas como Antes del anochecer o la reciente La gran enfermedad del amor, este siempre ha sido un género con mucha morralla. Pero es un hecho.
Así que ya sabéis, si queréis pasar un rato majísimo en el cine ya tenéis algo mejor que hacer que ir a ver la versión censurada de Hellboy.