Capitán Harlock, prodigio audiovisual pero no narrativo

Capitán Harlock, el manga y anime creado por Leiji Matsumoto llega a la gran pantalla en formato de superproducción japonesa. La película se realizó durante 5 años, renderizando 1.400 planos a través de 896 terminales. El resultado es una estética que, pese a tener cierta semejanza a los últimos y novedosos videojuegos, será el elemento más impactante que el espectador podrá ver en la obra.

Cowboy Bebop y Capitán Harlock son dos animes que han causado un gran furor en el país nipón a través de una misma temática: los piratas espaciales. Aun así, la forma de abordar este tema en cada uno de ellos es totalmente diferente. En el primero, la sutiliza del western, acompañada del tono irónico y de humor reducían el componente épico de las aventuras. En cambio, Capitán Harlock es un espectáculo pirotécnico donde no hay espacio para lo cómico, solo hay espacio para lo heroico.

Capitán Harlock

El argumento de Capitán Harlock oprime por completo el desarrollo psicológico de unos personajes que acaban convirtiéndose en meros estereotipos. Harlock es el idealista y héroe rebelde que lucha por unos valores que pocos comparten. Pero su carisma como líder crea una serie de fieles seguidores al bordo de la indestructible nave Arcadia. Entre la tripulación se esconde un espía del gobierno, que aprenderá a creer en Harlock y que poco a poco se convertirá en un fiel sucesor de sus ideales. El destino de una Tierra en pésimas condiciones será la base del conflicto entre unos piratas que simbolizan el bien y un gobierno galáctico que simboliza el mal.

Capitán Harlock es un portento de animación cinematográfica y por esa razón la trama argumental está llena de escenas de intensa lucha y conflicto, donde los efectos visuales son más que sorprendentes. Pero no dar cabida a escenas más relajantes y reflexivas acaba cargando la historia y orientándola a un simple relato de aventuras que se olvida de desarrollar un contenido moral que no se ahogue entre clichés.

Capitán Harlock

La película, dirigida por Shinji Aramaki, acaba cayendo en el error de solo despertar entusiasmo a través de lo audiovisual, dejando de lado el desarrollo de unos personajes y un argumento que podrían haber sido más trabajados. Aun así, ningún amante de la animación ha de perderse esta película donde los efectos visuales y la banda sonora son suficientes para hacer vibrar al espectador.

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