Caperucita Roja venía con el aval de la directora de Crepúsculo y la verdad es que el referente no puede ser más idóneo. Así, esta supuesta reformulación del cuento clásico convierte al lobo en un hombre lobo, al pueblo en una especie de Salem donde se produce una caza de brujas y a Gary Oldman en un Van Helsing de tercera. El público es el que es, para que vamos a esperar más y ustedes me disculparán que no me extienda demasiado.
El problema está en nada funciona como es debido. Todo es un batiburrillo que ni funciona como relato de terror ni como thriller en el que supuestamente tenemos que averiguar quién es el malo. Todos miran con cara de deseo a Amanda Seyfried que se dedica a abrir mucho los ojos y a la que la caperuza le sienta la mar de bien. A los otros dos maromos que se disputan sus atenciones, porque también hay amoríos, no conseguí distinguirlos entre ellos. No sé si era intención de la directora coger a dos actores de físicos similares o es que yo estaba ya que todo me daba igual.
Os recomiendo que veáis En compañía de lobos de Neil Jordan, todo un clásico del 1984 que con un planteamiento similar conseguía unas cotas de genialidad inigualables.
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Una película perfecta para la parrilla de Antena 3 un domingo por la tarde.