El tercer día de festival se abre con uno de los documentales que más nos llamaba la atención en cuanto a la premisa, Maragall i la Lluna: en 1993 Pasqual Maragall, en ese momento alcalde de Barcelona, decide instalarse en la casa de una familia obrera en Nous Barris (uno de los barrios más humildes de la ciudad) para entender mejor a la población menos favorecida de la ciudad condal. En este breve affaire con las clases bajas conoce a Lluna, la pequeña de la familia, una joven que no entiende realmente qué hace este famoso hombre en su casa. Más de 20 años después Lluna nos llevará de la mano por un recorrido por la vida de este político a través de este documental.
Cabe decir que entendemos que los documentales sobre personalidades, y sobre todo políticos, suelan tener un cierto regusto a propaganda, en este caso es hasta obsceno. Más de allá de blanquear la imagen de un político prácticamente sin mostrar sus claroscuros, la película se focaliza en explicar su parte más cercana y mundana (vídeos caseros, entrevistas con amigos, fotografías de su juventud…), explotando todo este potencial lacrimógeno en la escena final, donde vemos a un Maragall tan desubicado por el Alzheimer que es imposible que el espectador no sienta ternura y/o tristeza.
Por otra parte, a lo que se refiere al guion y a la estructura, no podemos negar que vemos buenas intenciones, pero el resultado es un bastante caótico. Maragall i la Lluna entra dentro del género de “documental de cabezas parlantes” lo cual no es malo (aunque hubiéramos disfrutado de un poco más de imágenes de archivo sobre los cambios urbanísticos), lo que sí nos ha dejado mal sabor de boca es la sensación de poca profundidad en cuanto a los temas a tratar, la poca diversidad dentro de los entrevistados (personas bien estantes de las clases altas catalanas) y la sensación de que había figuras interesantes muy poco aprovechadas (como es el caso de Joan Manuel Serrat).
El resultado huele a producto de encargo (lo cual tampoco es malo) que no acaba de definirse del todo y que se respalda demasiado en el carisma de su personaje principal. Por otra parte, y no sabemos realmente de quién es la culpa, la calidad del audio durante la proyección fue nefasta, lo cual dificultaba todo tipo de disfrute por parte del público, convirtiendo su más interesante baza (aquello que se llegaba a decir en las entrevistas) en una enorme flaqueza.