El cine de animación japonés siempre se ha caracterizado por tratar temas desde diferentes puntos de vista, un perspectivismo intrínseco a la narración. De un tiempo a esta parte nos encontramos con obras bellísimas pero que además quieren traspasar la barrera de la pantalla y dejar un mensaje en el espectador. A silent voice (Koe no Katachi) es un claro ejemplo de este cine.
A silent voice (o Una voz silenciosa) es una obra en la que encontramos una temática arriesgada si la forma de transmitir no es la correcta. Naoko Yamada, su directora, hace un trabajo estupendo a la hora de no perder la esencia del manga de >Yoshitoki Ōima y conseguir que el mensaje principal se mantenga constante a lo largo de las dos horas y diez minutos que dura la cinta. Acoso escolar, arrepentimiento y un pasado del que no puedes escapar. Son a grandes rasgos las tres premisas que mueven la película, siendo la primera el eje central. Shōya Ishida es el típico alumno de último curso de primaria, inquieto, distraído y un poco malote, pero sin llegar a causar daño con sus actos. Todo esto cambia con la llegada de Shōko Nishimiya, una alumna con necesidades especiales debido a su discapacidad auditiva. Nishimiya se convierte en el blanco de las burlas de Ishida el cual está amparado por sus compañeros. Esta situación se alarga hasta hacerse insostenible por lo que Nishimiya cambia de escuela y para sorpresa de Ishida, cuando los maestros buscan un culpable sus amigos le delatan. Ishida pasa de ser el acosador a ser el acosado. Es entonces cuando a se da cuenta de todo el daño causado y comienza un plan para redimirse lo que le llevará a descubrir el perdón, la amistad, el valor de la vida y sobre todo que la culpa es una carga muy pesada de llevar.
A silent voice es posiblemente la muestra de que el cine de animación es capaz de tratar un tema controvertido y de actualidad como es el acoso escolar sin simplificarlo ni quedarse en una premisa superficial. Pero no es una película perfecta, encontramos diferentes pormenores. El principal es el ritmo de la película, no es que sea lenta o repetitiva. Lo que ocurre es que tenemos diferentes momentos en los que el ritmo desciende hasta tal punto que podrían aparecer los créditos sin que el público se extrañara. Otro pequeño problema son los personajes secundarios, que pese a tener un papel significativo en la obra su desarrollo se queda en el tintero sirviendo únicamente para reforzar los sentimientos de los protagonistas.
La cinta de Naoko Yamada no es perfecta, pero nos encontramos ante una película bellísima que es capaz de emocionar al espectador. En lo que dura la obra podremos disfrutar de una animación sublime a la que se le suma una banda sonora que acompaña perfectamente a cada escena y que sabe la importancia de los silencios. A silent voice es una experiencia maravillosa que nos hará reflexionar sobre la amistad, el amor y la redención. Es una película más que recomendable para los amantes del anime y para cualquier persona que quiera adentrarse en una historia cruda pero bella a partes iguales.
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