La mayoría de las películas de terror del siglo XXI suelen reciclar ingredientes de clásicos del género, la mayoría de ellos producidos en los años setenta y ochenta del siglo XX. Quizá el principal ejemplo de estos particulares refritos lo tengamos en la saga Expediente Warren y sus particulares spin-off. Ángel Gómez Hernández, cineasta forjado como director en el corto con títulos como Behind o La última víctima, ofrece en Voces su particular homenaje al cine de casas encantadas.
El filme, su debut en el largometraje, sigue los pasos de un matrimonio con un hijo pequeño que pretende arreglar un viejo caserón para revenderlo después. Sin embargo, su feliz existencia se verá trastocada cuando el niño comience a escuchar unos extraños sonidos acompañados de acontecimientos inexplicables. Será entonces cuando llamen a un experto en los sobrenatural que tratará de ayudarles con el apoyo de su hija.
Como se puede ver, el argumento parece un remedo de producciones como Terror en Amityville, el clásico firmado por Stuart Rosenberg, o de los pastiches de James Wan. Gómez Hernández no oculta en ningún momento sus referentes y parece complacido con que el espectador encuentre los guiños a hitos del género. Quizá el gran problema sea que se queda en poco más que una acumulación de lugares comunes que no aportan demasiado al género.
Hay los habituales sustos, giros, maldiciones y traumas de todo tipo, pero todo parece visto mucho antes e infinitamente mejor. Tampoco se nota demasiada habilidad a la hora de crear genuina tensión o una atmósfera malsana, y aspectos como la dirección de actores resultan manifiestamente mejorables. Solamente el siempre espléndido Ramón Barea otorga algo de alma al filme como ese experto en el mundo sobrenatural que ayuda a la afligida familia mientras lucha con sus particulares demonios interiores.
Sin ninguna duda, se aprecian buenas intenciones y un genuino amor por el género de terror en esta ópera prima de Ángel Gómez Hernández, pero se echa de menos algo más de personalidad en un producto que parece un mediocre collage de otros largometrajes más o menos míticos.