Una semana en Córcega, la inmadura crisis de los cuarenta

¡Cómo me gusta Vincent Cassel! ¡Qué suerte tienen en el país vecino de contar con un actor tan polifacético y sobresaliente como el francés! Da igual que haga de malo malísimo en una peli de acción o de un buen hombre en un film dramático. Siempre sobresale sobre todos los demás. Aquí le vemos protagonizando un remake de un título de los setenta al que han modernizado. De la misma manera también se disfraza este film de una película ochentera americana como es Lío en Río. Coge Cassel el relevo de Michael Caine y se mete en la piel de un maduro padre de familia divorciado que decide ir con su mejor amigo a pasar una semana de vacaciones a Córcega acompañados de sus hijas. Una idea que al principio parece acertada pero que luego se convertirá en un total desastre cuando caiga en los brazos de la persona que más problemas podría traerle sin duda buscando la juventud perdida y cayendo en el tópico de la crisis de los cuarenta.

Una semana en Córcega

Como no podía ser de otra manera se sucederán a partir de entonces toda clase de equívocos, engaños y malentendidos tratando de tapar el desliz con un final que contentará a todos incluyendo al padre de la enamorada, un François Cluzet que no para de trabajar. Sorprende el cambio de roles que se dan en el film y que afectan a varios de los personajes. La inmadurez de los que se creen y deben ser maduros contrasta con la madurez que por el contrario desprenden las dos jóvenes mucho más consecuentes con sus actos. Desde hace tiempo se viene practicando un cine que ahonda en las relaciones entre padres e hijos subrayando la incomunicación que existe entre ellos a consecuencia lógica de la separación del matrimonio. Una visión de dos generaciones que deben coexistir y tolerarse intentando aprender cada una de la otra sin que errores infantiles puedan provocar un vacío entre ambas. En Una semana en Córcega se muestra todo esto y se le da la solución al problema enarbolando el director la bandera del amor en este caso familiar, inocente o platónico, un amor que lo perdona todo ¡como debe ser! Han usado el género cómico como vehículo para acercarnos esa idea y acierta de lleno porque le quita dramatismo al asunto.

Una semana en Córcega-1

No solo eso, Una semana en Córcega aprovecha la ocasión para componer un álbum de fotos vacacionales con algunas de las mejores vistas de la isla, algo que se agradece después del verano, al que suma todo un catálogo de actividades playeras entre las que destaca el uso de la moto de agua, un paseo nada romántico que se convertirá en una escena que intentará provocar sonrisas en el espectador.

Con Una semana en Córcega nos encontramos una comedia amable que gusta y se gusta. Una manera interesante de pasar una hora y media añorando los días felices que han pasado ya este año. Richet ¡tú sí que sabes

3 comments
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  2. «LA INMADURA CRISIS DE LOS CUARENTA», Vaya título más de estereotipos y xenófobo a los de 40 años. Como si no hubiese crisis de inmadurez a cualquier edad. Nadie es maduro. Ni siquiera el Monje Budista que durante 99 años de su vida encerrado en un monasterio de Nepal, cazando moscas con los palillos del arroz y realizando una introspección diaria, es maduro. Nadie es maduro, porque hay muchas situaciones en la vida que no estamos preparados para solventarlas. ¿A qué edad se es maduro?

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