Yo no sé cómo lo hace pero Susan Sarandon cada día parece más joven y eso que ya casi cumple los setenta. En Una madre imperfecta interpreta el papel de una madre, que no abuela, que tras quedarse viuda ha decidido desplazarse a Los Ángeles desde Nueva Jersey para acompañar a su hija soltera y de paso vivir la vida loca de esa gran ciudad. Todo parece irle a las mil maravillas, tiene tiempo y dinero para gastar y además le salen amigos de debajo de las piedras así como futuras parejas que tienen que pasar muchas pruebas antes de conseguir conquistar su corazón, cerrado desde el fallecimiento de su marido al que nunca olvidará.
Marnie intenta ocupar las horas del día haciendo el bien a desconocidos que al principio no entienden esos actos de generosidad desinteresada. En realidad a quien más desea agradar es a su hija con la que mantiene una relación de tira y afloja debido al control enfermizo que parece ejercer sobre ella y que parece asfixiarla. Un viaje relámpago por parte de Rose Byrne hará que la distancia entre ellas se agrande lo que posibilitará que Marnie comience a vivir su propia vida, sus propios amores soltando el collar y la correa que parecían ahogar a su hija.
La historia de Una madre imperfecta está basada en las propias experiencias de la directora, Lorene Scafaria, cuando trabajando en su primera película, Buscando un amigo para el fin del mundo, fue visitada por su madre en el set de rodaje y se quedó allí rondando y haciéndose amiga de todo aquel que se encontraba cerca de ella. Desde ese momento supo que el próximo film hablaría de esto y así fue llegando a imitar esta escena en mitad de película cuando se está grabando un episodio piloto de una serie para televisión.
La música tiene mucha importancia en Una madre imperfecta, elegida a propósito por la directora, como la que suena en la boda militar de una de las amigas de su hija, en el barco donde se celebra la ceremonia o la que oye en su coche y que pertenece a la gran estrella Beyoncé. Impagable el momento en el que pregunta a su nuevo novio si conoce esa canción.
No sabemos si Apple le pagará algo por mencionar y sacar sus productos. No pasan más de veinte minutos sin que se haga una referencia a ellos acabando como regalos prenatales en alguna ocasión. Tampoco sabemos porque las gallinas y los huevos que ellas ponen y que pertenecen a J. K. Simmons eclipsan a otras mascotas que podían haber dado más de sí, como los perros de la lacrimógena Lori.
Con Una madre imperfecta tenemos ante nosotros una comedia amable sin grandes pretensiones que intenta resaltar que importante y necesario es el amor de una madre en nuestras vidas. No hace falta que lo busquemos, este siempre aparecerá en los momentos más duros o comprometidos. En esta ocasión es un erróneo test de embarazo o un desengaño amoroso. A una llamada suya, Marnie responde con una visita que además de apoyo y compañía reparte risas cómplices con olor a aseo femenino.
Los escasos veintitrés días que duró el rodaje dieron para mucho. Viajes en Harley Davidson o en coches descapotables, diálogos llenos de sentimiento en nada acartonados pero sobretodo unas ganas inmensas de transmitir que nada, absolutamente nada de lo que hace una madre tiene intención de perjudicar a sus hijos sino todo lo contrario. Seguro que después de ver este film sentimos la tentación de agarrar nuestro teléfono móvil y comunicarnos con la nuestra.
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