Todavía llegamos a tiempo para ver este año una película más que trata sobre el holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial ¡Ya he perdido la cuenta de las que van! Una bolsa de canicas, del francés Christian Duguay, recoge las experiencias dramáticas de un niño judío acompañado de su hermano mayor cuando huían del nazismo en la Francia ocupada, en unos años difíciles del conflicto armado. En 1973, Joseph Joffo había escrito un libro autobiográfico con la persecución y el peregrinaje de los dos muchachos por territorios en peligro y otros de la zona libre del país. Pronto se convirtió en un éxito en el país vecino y ahora llega a la cartelera española el film basado en esa novela. Un largometraje que nos lleva a un largo viaje de aprendizaje sin baldosas amarillas pero con altos y paradas sonadas.
Joseph y Maurice, como dos correcaminos, comienzan su aventura separándose de sus padres y hermanos peluqueros en la París amenazada de guerra, vuelven a reencontrarse con ellos en la Costa Azul y terminan de nuevo solos vagando por Francia hasta acabar en un pueblo en el corazón del Macizo Central donde serán testigos del final de la ocupación alemana y casi el linchamiento de los aliados de los enemigos ¡duras las imágenes del corte al cero del cabello de las mujeres!
Los dos chicos van a conocer a todo tipo de personajes en sus andanzas, algunos les ayudarán a escapar atravesando las líneas enemigas y los controles y otros buscarán engañarlos para que revelen su verdadera religión y credo. Serán meses complicados con encierros y duros interrogatorios que pondrán a prueba su valentía y determinación. Conocerán lugares que jamás un niño debería pisar y aprenderán que algunas amistades valen oro y otras solamente lo parecen. La iglesia se convertirá entonces en un poderoso aliado, no solo proporcionándoles papeles falsificados que prometen la libertad sino también un consejo a tiempo que puede salvarles la vida en situaciones comprometidas.
Una bolsa de canicas cuida al detalle la fotografía diferenciando los lugares urbanos de los rurales. En los primeros se encuentran más expuestos al peligro y en vez de pasar desapercibidos son un blanco fácil que emite una luz potente para sus enemigos ¡incluso en la playa con multitud de gente y en aparente paz, no son unos cualquiera! Todo esto cambia cuando se esconden en pueblecitos pequeños o cuando caminan a pie o montados a caballito sobre la espalda de uno de ellos, allí están alerta a las señales y parecen no confiar en nadie como en el campamento petainista donde son recogidos y conocen a otros niños refugiados.
Una bolsa de canicas no necesita escenas muy violentas o crueles para demostrarnos la injusta y bárbara acción nazi para con los suyos, un disparo lejano, un apresamiento sorpresa o la amenaza constante de la larga sombra de cuero de la Gestapo son suficientes para volver a causar en nosotros el sentimiento de repulsa y rechazo que siempre provoca el nazismo. A veces el sonido tiene más fuerza que la propia imagen que podemos ver o llegar a imaginar y un efecto más devastador, como la melodía que nace de las cuerdas de un violín sobrecogiendo un mayor número de corazones en aquella casa de la familia Joffo o como las bofetadas que el padre de Josef le da para probarlo, preparándolo para seguros horribles momentos en el futuro.
En realidad una bolsa de canicas simboliza un mundo con diferentes nacionalidades, religiones e ideas, también una gran cantidad de fantásticas e infantiles ilusiones que se pierden cuando uno madura a la fuerza o por circunstancias de la vida como estos dos muchachos que por amor se separaron de sus padres y por amor también regresaron a sus brazos, si uno aprieta con fuerza alguno de ellos puede que se haga realidad.
Todos esos juegos inocentes e inofensivos en los que participaban, peleas a puñetazos entre hermanos, batalla de almohadas con su padre o chapoteos en el mar se han convertido en el juego de la guerra en donde si te equivocas lo pagas con la muerte, donde un descuido o un mal paso equivale a funeral, en donde un símbolo como la Estrella de David te hace ser diferente y te excluye de los que antes eran tus compañeros de escuela y en donde una esvástica te convierte en un ser superior que te obliga a usar la fuerza para atemorizar a aquellos a los que consideras una raza inferior. Esta vez no va a estar Roberto Benigni para esconderte de los malos que gritan mucho, esta vez vas a tener que ser tú mismo el que saque las castañas del fuego a ti y a todos tus compañeros o hermanos.