No es la primera vez que Polanski se impone el reto de encerrarse entre cuatro paredes. En 1994 ya adaptó una pieza teatral de Ariel Dorfman, La muerte y la doncella, y tres de sus más famosas películas (Repulsión, La semilla del diablo y El quimérico inquilino) conforman la llamada Trilogía del Apartamento por la constricción del espacio escénico. Incluso en su anterior película, la sobrevalorada El escritor, el personaje de Ewan McGregor estaba encerrado en una isla. Irónicamente Polanski preparó esta película durante su arresto domiciliario en Suiza lo que le añade un poco de morbo a todo el asunto de las cuatro paredes.
Tener a tu servicio a Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly ya tiene que ser para darte con un canto en los dientes. Dejar a estos cuatro campar a sus anchas en el encuadre tiene que ser unos de esos gustazos que pocos directores pueden darse hoy día. Cada uno parece nacido para su papel en una maestría de casting pocas veces vista: la vena del cuello hinchada de Foster, la ceja levantada de Winslet, la media sonrisa de Waltz y el gesto bobalicón de Reilly representan de forma genial el carácter de sus personajes. Cada uno tiene su momento, su evolución y, en todo un acierto del texto, en algún momento empatizamos con todos ellos.
Polanski y Reza dotan al libreto de un sentido del humor surrealista al inicio que me recordó a El Angel Exterminador de Buñuel: esos personajes que quieren salir del espacio que les rodea pero que se ven forzados a seguir ahí por alguna extraña fuerza que se lo impide. Una vez situadas las piezas y obligadas a permanecer encerradas quizá el conjunto pierda un poco de fuerza. La solución (que no desvelaré) para que los personajes pierdan los papeles se me antoja facilona, pero es lo que hay.
Y después están las múltiples reflexiones lanzadas al aire: lo políticamente correcto, la educación de los hijos, la eterna lucha de clases, la institución del matrimonio y la pareja, el primer y el tercer mundo, la violencia física y psicológica, el arte, la moral, la culpa, el perdón…
Una película pequeña en la forma y grande en el fondo. Probablemente de las mejores comedias del año, aunque el poso de tristeza que encierre en su reflexión sobre el ser humano sea más profundo de lo que parece.
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Gracias, me apetecía ver una película más o menos así. Ya tengo deberes 😛