“¡No hay derecho!”, comentaba un crítico al salir hoy del pase con público de C’est la vie!, “¡La gente se está riendo durante la película!”. Puede que en Donosti nos hayan malacostumbrado a los dramones de época y a las críticas sociales muy serias tanto que, un año como este, en el que se han introducido comedias para sanear el festival, hay quien lo ve como un atraso. De todo tiene que haber en el mundo de la crítica cinematográfica, y ya se sabe que hoy por hoy, reír y hacer reír está muy mal visto. No son buenos tiempos para hacer comedia, y quizá por eso, en esta tercera jornada de Zinemaldi, por tocar las narices, nos la hemos encontrado en la mejor película hasta el momento. Veamos lo que más y menos nos gustó ayer, comenzando por las perlas Tres anuncios en las afueras y Custodia compartida.
TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS (Perlas) **** ½
Para ver Tres anuncios en las afueras (a partir de ahora, Tres anuncios) lo mejor es no saber absolutamente nada sobre ella. Basta con saber que Martin McDonagh está tras las cámaras para atraer la atención de cualquiera que haya visto sus Escondidos en Brujas y Siete psicópatas. Con Tres anuncios ha llegado a su película más madura, una obra dramática, sentimental, cómica y rápida en los diálogos que hará las delicias de los más aficionados a Quentin Tarantino o los hermanos Coen.
Se nota que todos los implicados en Tres anuncios en las afueras sabían muy bien lo que estaban haciendo: los actores (especialmente una magnífica Frances McDormand y un encantador Woody Harrelson) ofrecen algunos de los mejores papeles de su vida, los diálogos son frescos y rápidos (aunque quizá no demasiado naturales, ¿a quién le importa?), la dirección vivaz y al mismo tiempo pausada y reflexiva, y el argumento parece seguir un río en el que no consigues ver el siguiente giro, pero cuando lo tomas, lo aceptas encantado.
Tres anuncios tiene muchas papeletas para ser la mejor película de 2017, y no me gustaría destripar más de la cuenta. Desde el primer minuto hasta el último, la tristeza de una madre acompaña los últimos suspiros de un policía con metástasis, un hombre repleto de rabia, un publicista con bondad en su interior, un marido maltratador y una chica que trabaja con caballos para discapacitados. Cada personaje se las arregla para funcionar en su rol: unos meramente cómico, otros capaces de hacernos llorar con solo dos frases (esa carta…).
Solo el tiempo es capaz de dictar las obras maestras del séptimo arte, pero Tres anuncios podría serlo sin ningún problema. Una película accesible a cualquier tipo de público pero con tantas capas en su interior que se necesitaría un libro entero para analizarla del todo. Las réplicas ingeniosas, las escenas de acción pausadas pero seguras, las sorpresas y los finales que realmente llegan cuando menos te lo esperas: Tres anuncios en las afueras es una joya, una maravilla que nadie debería perderse. Avisados estáis.
CUSTODIA COMPARTIDA (Perlas) *** ½
Xavier Legrand ganó el León de Plata de Venecia al mejor director con su ópera prima, Custodia compartida (Jusqu’à la garde), una película sobre el maltrato psicológico que termina convirtiéndose en un filme de terror con más tensión y escenas contundentes que las grandes obras contemporáneas del género.
Y es que, cuando Julien se ve obligado a pasar el fin de semana con su padre maltratador (“Ese tío”, como le llaman sus propios hijos) debido a la custodia compartida dictada por la jueza, empieza una película con base de denuncia social y tono de slasher, en el que la presencia del mal se va haciendo cada vez más patente hasta culminar en una escena de absoluta tensión, tanto para los personajes como para el espectador, una carrera contrarreloj en la que absolutamente nadie está a salvo. Es imposible no ver el filme sin un nudo en la garganta.
Solo por su argumento, Custodia compartida podría ser una película cualquiera, de las que ya hemos visto mil veces, pero es capaz de explotarlo muy sabiamente hasta las últimas consecuencias, con un genial manejo de la cámara y un espectacular uso del montaje. Se niega a quedarse a medias en un tema tan importante y actual como este y nos enseña que el maltrato psicológico no es para tomárselo levemente: es una auténtica historia de terror que puede (y suele) culminar en un asesinato. Tristemente, el filme se pierde a ratos con alguna subtrama que ni siquiera termina (la hija de la pareja y su novio, los abuelos paternos enfadados…) y consigue que la atención se diversifique demasiado en lugar de centrarse en lo realmente importante: Julien y el monstruo. El niño y el asesino. El inocente y el diablo. Escalofriante.
CONTINUARÁ…
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