Otro año más termina el festival de Sitges. De nuevo con la sensación agridulce de haber visto una buena cantidad de grandes películas pero con ganas de haber visto más. Pero la conclusión final verdaderamente importante con la que nos tenemos que quedar es que este año el festival ha podido desarrollarse con normalidad. O al menos esa es la sensación que hemos tenido. Si no fuese por la mascarilla y las restricciones de aforo nadie hubiese dicho que la pandemia continuaba presente durante el certamen catalán.
Los artistas invitados, la recuperación de actividades, la presentación de libros, podcasts y otros eventos han acabado de darle el sentido necesario que requiere un festival de estas características y del que estuvimos privados el año pasado. Además el palmarés con cierta polémica pero en mi opinión justo, ha dado como triunfadora a Lamb, cinta que abre la puerta a nuevas cinematografías y hace accesibles estilos de narración a los que no estamos acostumbrados. Pero más allá de los premios, las películas polémicas o los tops personales de cada uno, lo que de verdad debemos celebrar es que el Festival de Sitges ha vuelto prácticamente a la normalidad, y eso es un buena señal no solo para el público y los fans del certamen, sino sobre todo para un sector cultural especialmente dañado durante la pandemia y que necesitaba urgentemente renacer.
Dicho esto, nuestro Top 10: