Alguno creerá que The diary of a teenage girl trata sobre una inocente adolescente que escribe sus pensamientos más secretos en un diario escondido de la vista de los miembros de su familia. En parte es así pero en vez de escribirlos, los confiesa grabados en cintas de cassette que esconde en una caja de cartón. Sus secretos más inconfesables son en realidad los sentimientos, coqueteos con las drogas y experiencias sexuales que marcan esa etapa tan importante en su vida.
Estamos en los años 70, una década en la que todo estaba permitido, donde el amor libre y el movimiento hippie campan a sus anchas en la ciudad de San Francisco, lugar donde reside nuestra protagonista. Su madre en ningún momento intenta alejarle de los encantos y el hechizo que esta gran urbe lanza contra ella más bien lo contrario siendo un referente en su vida. Esto hará que el descontrol y el desenfreno dominen sus actos en un coto nada privado que tiene cada noche su madre en casa. No solo eso, esta libertad y ausencia de normas se traduce en un flirteo con el novio de su madre que desembocará en una relación seria y madura entre un adulto y una chica que comienza el despertar sexual.
La importancia e influencia de los comics entre los jóvenes en esos años no puede ser olvidado al ser estos una fuente de inspiración en su vida. Minnie Goetze está obsesionada con la artista y dibujante Aline Kominsky, una mujer que vive y trabaja en un mundo de hombres. Esta se convierte en su heroína y su superhéroe particular convirtiéndose ella misma en una doble con algunas ligeras diferencias. Aquí es donde la película sorprende sino tanto en la temática si en la mezcla que la directora hace de imagen de comic con imagen real. Esto ya lo habíamos visto con cuentagotas en algunas películas más antiguas como Pesadilla en Elm Street 5 o Scott Pilgrim Vs The world unido al mundo de los videojuegos aunque aquí está potenciado por mil con la presencia de efectos propios del comic incluyendo la propia imagen de la protagonista dibujada y animada dentro de la película.
La ópera prima de Marielle Heller es un capítulo más en el cine independiente sobre adolescentes que comenzó con el surrealismo de Juno y Napoleon Dynamite presentándonos a unos jóvenes que actúan como adultos, hablan como ellos e incluso en ocasiones los superan con una verborrea nada realista con la edad que se les presupone. Bel Powley en ocasiones supera a sus predecesores con decisiones más meditadas y acaso más maduras. Lejos de adoptar una postura defensiva ante los mayores nuestra protagonista pasa al ataque llegando incluso a dominarlos y cuidarlos como por la ejemplo la escena en la que protege y ayuda a su amado tras tomar drogas alucinógenas. La virginal Minnie ha sufrido una metamorfosis tras haber sucumbido a sus instintos sexuales, la niña se ha convertido en mujer.
Conocemos la vida alegre del haz el amor y no la guerra así que eso no nos sorprende pero lo que sí que nos choca es verlo en una niña de quince años que todavía estudia en un instituto y que se codea después de las clases con gente mucho más mayor que ella. Esto hace que los problemas pequeños en una sociedad adulta se magnifiquen a ojos de una adolescente que ve enemigos casi en todas partes.
Su mejor amiga, su familia, sus amantes pasajeros, todos ellos se convierten en pequeños diablos o ángeles escondidos detrás de sus oídos aconsejándole experimentar ciertas orientaciones sexuales como el lesbianismo o advirtiéndole de los peligros de ciertas actitudes y decisiones y sus correspondientes consecuencias.
The Diary of a teenage girl es el reflejo de una época en las experiencias de una chiquilla, en su modus operandi, una visión libertina de los 70 que ha levantado ampollas en los círculos más puritanos de la sociedad americana, escandalizada por unos desnudos y unas escenas con alto contenido erótico que están justificadas pero que a veces pueden llegar a herir sensibilidades en la población más conservadora. Un tipo de cine algo surrealista hecho para todos pero que no todos pueden entender. Parece que el festival de Sundance, Edimburgo, Nueva York y otros no piensan lo mismo al nominar y premiar a este título tan original.