Tal y como comentaba el compañero José Luis Merino en su crítica de 12 años de esclavitud, hay películas que se estrenan con tantas expectativas a sus espaldas que a veces nos cuesta valorarlas en toda su dimensión. Algo parecido, pero en sentido inverso, está ocurriendo con La gran estafa americana: no es para tanto será la cantinela más oída al público a la salida de los cines que irán a verla a raíz de sus 10 nominaciones a los Oscars. Lo que sí está claro es que de las nominadas que hemos visto por ahora es la menos obvia de todas: no trata ningún tema importante, no es ningún acontecimiento cinematográfico y ni siquiera es divertida para, supuestamente, ser una comedia. La gran estafa americana es más sutil que todo eso.