Parece que Daniel Craig se despide del papel que últimamente más fama le ha otorgado. Pasará a engrosar la larga lista de actores que han interpretado al personaje de las novelas de Ian Fleming en el cine. El duro, seductor y musculoso James Bond de estas últimas aventuras se nos enamora de una mujer más joven que él cerrando por el momento el capítulo de conquistas. El Aston Martin que siempre conduce aquí no podía faltar llevándole a su próxima parada. Ella le acompañará en este viaje.
La pregunta que nos hacemos a continuación es ¿quién será el próximo agente 007 con licencia para matar? Este interrogante se resolverá seguramente dentro de dos o tres años cuando vuelva a visitarnos la próxima película de esta saga tan longeva ¿Seguirán al lado del nuevo agente un M con la cara de Ralph Fiennes y su inseparable Moneypenny? La espera se me antoja eterna.
Spectre no sorprende a nadie. El algodón no engaña. Vuelve a ser más de lo mismo y nada diferente. Con ello quiero decir que el fan que tenga a estos films en el altar del cine de espionaje no saldrá decepcionado. Sabe lo que va a ver y le dan dos tazas. La dosis de acción y espectacularidad están garantizadas. No echamos de menos una buena pelea a base de puñetazos, patadas y volteretas a cual más inverosímil ni las persecuciones ya sea en avión, helicóptero o coche. Los enemigos son siempre los mismos, un matón con armas sofisticadas o en este caso con cuerpo de culturista y el jefe final de nivel esta vez con rostro del genial Christoph Waltz. Tampoco echamos en falta la chica Bond, la clásica femme fatale interpretada por la italiana Mónica Bellucci por la que no pasan los años y la hija de uno de sus enemigos delicada en sus formas pero letal cuando se enfada como muchas otras en el pasado.
Este año parecía que A todo gas había recogido el testigo de Bond junto con Kingsman pero sin duda todavía les falta algo para acercarse a este Spectre que da nombre a la organización secreta y terrorista con la que se enfrenta esta vez James. Esa música del comienzo con los espectaculares títulos de crédito a los que nos tienen acostumbrados aún no ha sido igualada por nadie aunque nuestro Torrente lo intente en ocasiones. Debe ser muy costoso desplazarse a tantos lugares para rodar a veces escenas de pocos minutos. Por nuestros ojos desfilan paisajes tan diferentes como grandes desiertos de Marruecos, montañas nevadas austriacas o capitales tan impresionantes como México D. F. Londres o Roma.
Yo, que soy un ferviente admirador de este personaje, no he salido defraudado lo más mínimo. Me he reído con las graciosas frases del agente y de Q, el inventor de gadgets que era lo que tocaba, he sufrido con las aparatosas caídas y tiroteos en los que siempre se ve envuelto nuestro héroe y también me he emocionado con los momentos lacrimógenos que haberlos haylos. Las escenas románticas y pasionales que se le presuponen a este film van en el pack incluidas como siempre adornadas de esa chulería y galantería tan Bond. Ni siquiera el excesivo metraje cansa, todo tiene un ritmo tan adecuado que no hacemos por mirar el reloj hasta que las letras del final nos indican que debemos abandonar la sala.
Mi consejo es que nos sentemos, nos sirvamos un Vodka Martini agitado no mezclado y disfrutemos de este final de capítulo, no olvidemos que en esta ocasión hasta nuestro querido Javier Bardem ha hecho de malo. Solo por eso la saga de Daniel Craig debe ser recordada por todos nosotros.
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