Lo primero que puedes pensar al empezar a ver Diamantino es que estás ante una broma de dimensiones enormes. El protagonista de la película se presenta como un jugador de futbol profesional portugués, una copia barata de Cristiano Ronaldo, que cuando salta al campo se lo imagina lleno de perritos gigantes peludos envueltos en una niebla rosa espesa. La idea parece totalmente absurda y bizarra, sin ningún tipo de profundidad, pero la película avanza, con nuevas tramas y momentos del mismo nivel de surrealismo. Pero estos ocultan una dura crítica a muchos de los temas más preocupantes hoy en día como la crisis de los refugiados, el brexit (en este caso «portuguexit»), los paraísos fiscales, la crisis económica portuguesa, los avances biotecnológicos, la identidad de género, las nuevas tecnologías… entre muchas otras cuestiones.
Diamantino es una película muy difícil de creerse hasta que se ve. Puedes afrontarla de dos formas, como una película que banaliza muchos problemas importantes para la sociedad en la que vivimos, o como una sátira surrealista y crítica aunque sea de forma obvia y descarada con estos problemas. También el hecho de que trate tantos temas a la vez, de una forma desordenada, sin entrar en un análisis profundo en cada uno de ellos dice mucho de nosotros. Hoy nos pude preocupar no tener trabajo y que los ricos nos roben, mañana nos puede preocupar el cambio climático y pasado los refugiados que se quedan en alta mar sin ser atendidos. Somos por naturaleza hipócritas, nos sentimos implicados con algunas cosas mientras ignoramos las demás, básicamente porque si tuviéramos que preocuparnos por todos los problemas de la Tierra acabaríamos desquiciados. Y no sé exactamente si Diamantino va concretamente de eso, pero de lo que estoy seguro es que no es solamente una bizarrada y una magnífica comedia, en nuestras manos está querer ir más allá y encontrarle otro sentido